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Teórico 6. ¿Ciudades inteligentes o inteligencia urbana?

En la segunda unidad del programa hay un conjunto de textos que abordan desde diferentes enfoques el concepto de ciudad inteligente. La idea de esta clase es abordarlos y diferenciarlos. El texto que organiza la unidad es seguramente el de Mitchell que propone un enfoque histórico y dinámico de las ciudades, similar al de un organismo vivo. En ese sentido, la ciudad inteligente es producto de un desarrollo histórico y cuasi biológico que comprende el esqueleto, los materiales constructivos, las venas, las redes de suministro, el sistema nervioso, las redes de comunicaciones, y finalmente el software agrega la inteligencia a las ciudades.
A menudo las definiciones “mainstream”, más institucionalizadas sobre las ciudades inteligentes se centran más en su infraestructura que en los modos en que los dispositivos de información pueden reformular el vínculo ciudad/ciudadano. En ese sentido, dice Manu Fernandez, la ciudad inteligente se propone como una utopía situada en un futuro que nunca llega, más que en un presente realizado. Ésta sería una segunda manera de ver las ciudades inteligentes: no como una idealización basada en infraestructura de avanzada, sino como un conjunto de dispositivos y prácticas que ya suceden en cada una de las ciudades: un presente realizado, antes que un futuro imaginado. En este sentido, son rescatables los esfuerzos y proyectos que proponen que las mediaciones digitales pueden reavivar y refundar los vínculos entre la ciudad y sus ciudadanos: open data, laboratorios participativos, hackatones, laboratorios ciudadanos entran dentro de esta perspectiva, a la que podríamos llamar “inteligencia urbana”. Un tercer enfoque es el que usa los dispositivos digitales urbanos para el control y monitoreo de personas y espacios, tal como lo ejemplifica Helen Nissembaum con las webcam instaladas en las ciudades.
Estos tres enfoques de ciudades inteligentes no hacen más que reproducir las diferentes concepciones generales sobre tecnología que se emplean habitualmente: la primera sería la idea de que la tecnología es un aparato independientemente de su uso. Desde esta perspectiva, las ciudades inteligentes consisten en la implementación de una infraestructura que mejore la calidad de vida de la gente. Esta es también una postura que habilita la ciudad como un escenario para las inversiones privadas, especialmente en hardware y software. En el segundo caso, la tecnología es algo más que un artefacto: son sus procesos de producción, sus usos y los conocimientos que se ponen en juego para su uso. Trasladado al concepto de ciudades inteligentes, sería aquel abordaje que pone en el centro la relación tecnología, ciudad, ciudadano, habilitando su participación activa en los procesos propios de la gestión de las ciudades. En tercer lugar, algunas corrientes derivadas de los estudios foucaultianos han visto las tecnologías digitales como dispositivos de control (cfr a Derrida y su Postdata a la sociedad de la información), visión que se ve reproducida en el artículo de Nissembaum sobre monitoreo urbano.
En la presentación que sigue tienen ejemplos de estos tres enfoques, incluso varios describen e imaginan la inteligencia urbana de Buenos Aires.

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