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«Somos la red que supimos construir»

Ayer, 29 de agosto de 2014, me entregaron el título de Licenciada en Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.

Todo un acontecimiento como se imaginarán. No tanto por el título en sí, ni porque habilite tales o cuales posibilidades laborales concretas (El sistema de acreditaciones, Bourdieu mediante, es uno de los tantos que está en crisis hace unos cuantos años ya)

Lo que vuelve relevante haber pasado del estado de “ex-estudiante” al estado de “graduada” es al menos para mí, el cierre de una etapa que comenzó hace muchos años cuando desembarqué en Buenos Aires.

Por esas cosas de la vida, tuve la suerte de ir a recibir el Diploma con Nina y Alvaro, mi familia. Y también tuve el honor de dar el discurso como flamante graduada.

«Somos la red que supimos construir», es una de las frases finales del discurso, y lo que importa a fin de cuentas. Para los que quieran leerlo

Aquí el texto completo

Palabras alusivas en ocasión de la Jura y entrega de Diplomas a los graduados de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

(29 de Agosto de 2014)
Lic. Guadalupe López

Autoridades de la Facultad de Ciencias Sociales
Padres, familiares y amigos de los flamantes egresados
Queridos colegas:

Literalmente un título universitario no es más que un papel que acredita ciertos saberes relativos a un campo específico. Pero quienes nos formamos en estas aulas, muy bien sabemos que la literalidad no existe en un mundo de significados y semiosis infinita.

Desde la tarde en que me notificaron de la Jura intento recordar fechas, personas, escenarios y situaciones, en busca de la pauta que conecta este acontecimiento con todo lo demás, con mi pequeño-gran mundo.

Esta ceremonia y el Diploma que recibimos hoy, son puntos de anclaje que hilvanan esos momentos vividos en todos estos años de carrera. Anécdotas bizarras y divertidas, y otras seguramente menos felices. Micro relatos que integran una parte de ese gran rompecabezas que es nuestra historia de vida.

Para mi entonces, lo que cobra sentido hoy es la historia que está detrás de estos Diplomas. Una historia que es a la vez académica y personal, porque están inevitablemente entrelazadas.

15 años es todo

Hay una imagen que sintetiza mi desembarco en Buenos Aires y me transporta a Diciembre del ’99. El calor y la humedad agobiaban a cualquiera. Yo, con mi falda larga y el acento provinciano a cuestas, me subí a un colectivo y, tragándome todas las “S” que podía (sí, más que ahora, aunque ustedes no lo crean) le pregunté al colectivero dónde tenía que poner “la” moneda para sacar el boleto. Estaba en Palermo, parando en casa de una amiga. No recuerdo la línea, ni la parada en que lo tomé. Sólo sabía a dónde quería llegar. Iba a Ciudad Universitaria a rendir el final de Sociología, la primera de una serie de materias del CBC que rendí en condición de “libre” para ingresar a la UBA.

Me sobraban los dedos de una mano para contar las veces que había venido a Buenos Aires. Los 300KM que separan Concepción del Uruguay (Entre Rios) de la Capital eran incontables para mi. Significaban un mundo, y un modo de vida completamente diferentes.

Por aquellos años no tenía muy claro qué quería Ser. Lo único que sabía era que la música no sería mi profesión, y que necesitaba un cambio. Lo suficiente como para despegar del nido materno y comenzar a transitar una búsqueda.

La elección de la carrera de Ciencias de la Comunicación no fue azarosa, pero tampoco tuvo el sello de la vocación marcado a fuego. Siempre me habían interesado las Humanidades, y en ese momento, el Plan de Estudios me pareció lo suficientemente interesante. Como muchos de ustedes, noteníaa la menor idea de qué iba a hacer en el futuro. Probablemente trabajaría en un medio escrito, en una radio, o haciendo la prensa en una institución. Así llegué a Buenos Aires.

En paralelo, las puertas del nuevo milenio abrían el camino para el surgimiento de nuevos medios y plataformas digitales, de la mano de Internet y de las por entonces denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (Tics). Sin saberlo, estábamos en la antesala de una serie de transformaciones que más afectarían a los medios y el campo de la Comunicación. Nuestro objeto de estudio iniciaba una nueva etapa de metamorfosis en el mismo momento en que nosotros nos proponíamos estudiarlo.

Imaginense. En 1999 la Wikipedia, Youtube, Twitter y Facebook no existían. Los diarios hablaban con cierta desconfianza de lo que por entonces era “la” novedad: los “weblogs” o “bitácoras”, unas plataformas digitales gratuitas en las que cualquier hijo de vecino con conexión a Internet podía publicar contenidos en la red con sólo hacer click.

En poco más de una década vimos cómo se transformó el ecosistema mediático. Nuevas plataformas y actores impensados modificaron las lógicas de producción, circulación y consumo de contenidos, pateando el tablero de los medios masivos de comunicación y su negocio por completo, y para siempre.

Nada que ustedes no sepan.  No hay ámbito de la vida social que no haya sido modificado por la tecnología de las redes. La economía y las formas de hacer política, la educación y los modos de relacionarnos cambiaron. Seamos comunicadores, politólogos, sociólogos o trabajadores sociales, el contexto en el cual nos toca desempeñarnos se modificó por completo, y hasta emergieron nuevos puestos de trabajo que hace 10 años nadie imaginaba. (Piensen qué hubiera hecho un Community Manager en el 2004 …)

Todo se transforma

En los 15 años que me separan de aquel Diciembre del ’99, lógicamente yo cambié, y mi modo de pensar los medios se fue modificando.

Como la mayoría de los que egresamos hoy, inicié el camino de la profesionalización mucho tiempo antes de finalizar la carrera. Las lecturas y los referentes se expandieron en la medida en que trabajaba en diferentes ámbitos, y me fui nutriendo de las personas y de los materiales que me ofrecía la red. El trayecto fue en gran medida autodidacta y experimental, y también tuvo mucho de hacer y poner en práctica.

Un hito muy importante para mi fue el ingreso a la cátedra de Procesamiento de Datos que desde 1996 tiene a su cargo Alejandro Piscitelli. Participar en este espacio no sólo me permitió encontrar las herramientas teóricas necesarias para comprender el contexto cada vez más complejo en el que nos toca movernos. Conocí la cultura digital «haciendo» los nuevos medios. Metiendo las manos en la masa. Aprendí también que en definitiva somos «maestros ignorantes» de un objeto que se transforma delante de nuestros ojos, tanto como de los alumnos.

Participar en este espacio me ha permitido durante casi 10 años ejercer el maravilloso ejercicio de la docencia y la investigación, y en algún sentido retribuir algo de todo lo que la Universidad Pública me ha dado.

Hasta aquí llegamos colegas. Hoy, como comunicadores, periodistas y cientistas sociales nos toca vivir una fase de transición, no sabemos muy bien hacia dónde. Los partidos políticos, los medios, la escuela y la universidad, como tantas otras instituciones están en crisis. Hay que rediseñarlas. Pero creo que la crisis de los modelos conocidos conlleva el germen de la transformación, y una gran oportunidad si sabemos aprovecharla. Tenemos mucho por hacer y construir.

A mi, el cierre de este ciclo me interpela como alumna, docente y madre, por lo que no puedo dejar de pensar en las generaciones que vienen detrás de nosotros. Si queremos que la Universidad Pública siga siendo relevante tenemos que recrearla, transformarla.

–  Por un lado, necesitamos que se generen las condiciones propicias para que las nuevas generaciones de estudiantes, docentes e investigadores puedan continuar apostando a la educación pública y desempeñarse del mejor modo en un campo en constante transformación. La reforma del Plan de estudios es un gran avance, pero aún hay mucho por hacer.

– Por otra parte, nosotros, los “flamantes” egresados, debemos renovar nuestro compromiso con la Universidad Pública, como profesionales y docentes. Más allá del campo específico en el que nos desarrollemos, el conocimiento crítico del que nos empapamos en estas aulas, tiene que ser generador de acciones y proyectos concretos hacia dentro y fuera de la Facultad.

Para cerrar. Afortunadamente son muchas las enseñanzas que rescato de este recorrido. Desde las más conceptuales y teóricas, hasta aquellas relacionadas con la experiencia y el modo en que hacemos las cosas cada dia. Y si solo tuviera que mencionar cinco de estas enseñanzas, diría:

– Que «conocer y hacer van de la mano». No es posible conocer sino metiendo las manos en la masa, llevando a la práctica lo aprendido.
– Que «todos somos maestros ignorantes” y que “el camino del aprendizaje es colectivo».
– Que siempre debemos «mirar el vaso medio lleno», porque sólo de ese modo podemos aprender de las experiencias vividas.
– Que el único modo de que las cosas salgan bien es amar lo que uno hace.
– … y que en definitiva «somos la red que supimos construir».

Agradezco a la Universidad de Buenos Aires, a la Facultad de Ciencias Sociales y a todo su cuerpo docente la posibilidad de haberme formado en estas aulas.
A Alejandro Piscitelli, Iván Adaime, Heloisa Primavera y al colectivo de la cátedra de Datos.
A mi vieja, a mi hermana, a Álvaro y a los amigos, por el apoyo incondicional de siempre.
A la pequeña Nina, por acompañarme mientras escribía este discurso.

Seguramente a todos nos costó esfuerzo llegar hasta aquí pero valió la pena. Felicitaciones sinceras colegas, y como digo siempre, sean felices. Gracias por escuchar.

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