rachel carsonrachel_carson_getty_1600x500Mujeres_que_hicieron_historia-Historia_218988592_35110324_1024x5761200px-Sherry_TurkleLa primavera silenciosa

La primavera silenciosa

La primavera silenciosa

La construcción de alternativas científico -político, sociales y económicas en relación a modelos hegemónicos, ha sido uno de los temas que hemos ido abordando conjuntamente en el presente cuatrimestre. Vincular los procesos sociales con las dinámicas relacionadas al procesamiento de la información como a la toma de decisiones, es todo un desafío.

Los procesos botton up (de abajo hacia arriba) son difíciles de visualizar y comprender en su real dinámica. Las ciencias de la computación se refieren a ellos como un proceso por el cual las partes individuales se diseñan con detalle y luego se enlazan para conformar componentes más grandes, que a su vez se relacionan hasta constituir un sistema complejo.

Este modelo, parte de una posición individual hasta abordar las variables globales. El proceso, claro, comienza con el análisis de las variables locales para luego, en vinculación, observar el fenómeno global.

La vida de Rachel Carson, bióloga, ecologista, científica, escritora es un claro ejemplo de lo que deseamos abordar. Nació en 1907 y se graduó en una de las pocas universidades creadas para la educación de la mujer (Universidad de Pennsylvania para la Mujer) en 1929. Luego, inició sus estudios en el Woods Hole Marine Biological Laboratory recibiendo el título de magister en zoología de la Universidad Johns Hopkins en 1932.  Se incorporó en la Oficina de Pesca de EE.UU. en donde escribió folletos sobre la conservación de los recursos naturales y editó artículos científicos. Allí se le encomendaron los guiones para una serie de pequeños espacios radiofónicos para difundir el interés por el mar.

En la trilogía The Sea Around UsThe Edge of the SeaUnder the Sea Wind, explora la vida en los océanos desde las costas hasta las profundidades.  En ellos plantea las amenazas que la sobreexplotación y los efectos producidos por la acción del hombre ocasionan en la cadena alimenticia.

A finales de los años 1950, Carson viró su atención hacia la conservación, especialmente hacia los problemas que ella consideraba que eran causados por el uso de pesticidas sintéticos (DDT). En época de post guerra, el uso de insecticidas fue fomentado por la industria y el gobierno, tanto en la agricultura como sobre los humanos para combatir plagas y enfermedades causadas por insectos y larvas (malaria). Ella, junto a otros científicos, comenzaron a estudiar la muerte masiva de pájaros y sospechó del componente base de los insecticidas.

El resultado de sus investigaciones, fue el libro Primavera Silenciosa (1962), el cual llevó a un nivel sin precedentes, la preocupación sobre el medio ambiente en la conciencia colectiva de la sociedad estadounidense. Su denuncia suponía afrontar una batalla contra los lobbies de la industria química y de la propia política gubernamental.

En el libro, ella prevenía acerca del excesivo uso de pesticidas (entre ellos DDT) durante las campañas dirigidas a controlar las pestes que estropeaban los cultivos de maíz. Arrastrados por las lluvias, los pesticidas se introducían en la cadena alimentaria humana. Además las aves que picoteaban los cultivos tratados, expandían los pesticidas lejos del lugar donde se habían aplicado.  Las águilas calvas, emblema de Estados Unidos, y por lo tanto una especie muy protegida, resultaban gravemente afectadas. No solo las águilas morían envenenadas, sino que los huevos tenían restos de pesticidas en sus cascarones; y éstos se tornaban mucho más frágiles.

Primavera silenciosa, se constituyó en best seller. Carson fue entrevistada en diversas cadenas televisivas. Su voz advirtió sobre la fragilidad del medio ambiente y el desconocimiento científico sobre las futuras consecuencias que las fumigaciones habían ocasionado.

Su reclamo llego al presidente Kennedy, quien brego para que se estableciera una Comisión sobre pesticidas en el Senado. Allí, ella declaro “No digo que los insecticidas químicos no deban utilizarse nunca, pero sí creo que hemos puestos químicos venenosos y biológicamente potentes de manera indiscriminada en manos de personas que ignoran del todo o casi por completo su potencial”

Pocos años más tarde, se creó la Agencia de Protección Ambiental (1970) que se constituyó como la encargada de proteger la salud humana y el medio ambiente.

 

“Aún se habla en términos de conquista, aún no hemos madurado lo suficiente como para vernos una parte ínfima de un universo vasto. La actitud del ser humano hacia la naturaleza es de fundamental importancia, simplemente porque hemos adquirido el poder funesto de alterar y destruirla. Pero el ser humano es parte de la naturaleza y su guerra contra ella es, inevitablemente, una guerra contra sí mismo”

De otras primaveras

Como Carson, deseamos profundizar en otros espacios invisibles que nos hablan de otro tipo de primaveras silenciosas. Al respecto, deseamos presentar a Sherry Turkle, profesora en Abby Rockefeller Mauzé de Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Obtuvo un BA en Estudios Sociales y luego un Ph.D. en Sociología y Psicología de la Personalidad en la Universidad de Harvard.

Turkle estudia desde hace años la forma en que la tecnología afecta los vínculos sociales. En “Alone, together” advierte el veloz avance de las tecnologías, concluyendo que la conectividad no ofrece la vida que queremos vivir. Asimismo señala que esperamos mucho más de ella que de nosotros mismos.

 

En sus recientes investigaciones, la psicóloga señala que preferimos escribir un texto que hablar personalmente al tiempo que optamos quedarnos en nuestras pantallas que salir hacia un espacio social determinado. La pregunta que se encuentra en la base de sus preocupaciones no es cómo es la computadora del futuro, sino cómo somos.

La tecnología cambió notablemente en los últimos 25 años. En el mundo actual, diversas interfaces no sólo contienen nuestras memorias – teléfonos, direcciones, cumpleaños, citas – sino también alojan nuestras emociones y nuestra identidad. En lugar de una taza de te con amigos, texteamos, actualizamos el estatus y compartimos fotos en Instagram. Estas tecnologías nos permiten filtrar y minimizar el contacto humano, tal vez en detrimento nuestro:“ nuestra vida de redes nos permite escondernos uno del otro, aunque estemos conectados”.

Nuestras extensiones digitales están convirtiendo en privados los espacios públicos, aun cuando dos personas que se conocen comparten el mismo lugar. En una mesa de café, en un restaurante, se pone la mirada en la pantalla, en las actualizaciones que se suceden de forma continua en ella (scroll infinito). Su presencia da cuenta que cualquier incidente/evento que ella nos muestre, interrumpe el ritmo de la conversación, convirtiendo la misma en superficial dado que el otro se conecta con un colectivo más poderoso que la mirada del que se encuentra enfrente. Incorporamos al teléfono dentro de nuestra vida social, deteriorando el estilo de relaciones. Con el teléfono en nuestras manos, damos cuenta de la posibilidad de la interrupción.

Este es otro de los valores del análisis de Turkle. “La red”, dice, “es seductora”. Su solución no es desalentar la tecnología sino ponerla en su lugar:  “este es nuestro momento para reconocer las consecuencias no deseadas de las tecnologías a las que somos vulnerables, pero también para respetar la resilencia que siempre ha sido nuestra. Tenemos tiempo para hacer correcciones y recordar quiénes somos: criaturas de la historia, de la psicología profunda, de las relaciones complejas, de las conversaciones arriesgadas y cara a cara”.

La tecnología se ha convertido en la arquitecta de nuestra intimidad, a pesar de estar acompañados. Hemos ido confundiendo nuestros vínculos en las redes sociales con la comunicación cara a cara. En este sentido, la conexión con los otros, nos conduce a una nueva soledad.

Llenamos espacios vacíos, tiempos de espera en la cual antes conectábamos con otros, con las conversaciones en la red. A medida que crece el ritmo de “conversación” en ese espacio virtual, el consumo en este campo aumenta pero las “verdaderas emociones, las auténticas”, descienden. Perdimos el deseo de estar con Otro (de carne y hueso), miramos el teléfono y estamos en donde queremos estar, en cualquier lugar, en ningún lugar.

Qué puede darnos una conversación cara a cara? Como individuos, la conversación nos da intimidad, la empatía nace y se desarrolla. Por otro lado, la habilidad de ponerse en el lugar del otro, en forma de danza empática, es central en la conformación de los individuos y en lo social. Fuera de la pantalla, somos vulnerables, no editables.

En un contacto cara a cara, no se controla todo lo que se dice, reformulamos las preguntas, aceptamos el silencio. Aprendemos a esperar, a comprender el sentido de lo que el Otro nos dice. En cambio, en la escritura digital intentamos la perfección, borramos, editamos. Nos customizamos.

En el mundo digital, descubrimos que no queremos estar más solos y que por ello, quizás nos conectamos. Y aunque estemos juntos, realmente no resolvemos el problema real: necesitamos estar solos para conocernos y conocer. La intimidad es necesaria para construirnos. La información y la tecnología no lo resuelven. De hecho lo complican.

Por otro lado, en una cultura de consumo adictivo, tenemos miedo al aburrimiento, estamos aprendiendo poco a poco a no saber qué es. Debemos enseñar a los niños a estar solos, a estar contentos consigo mismos, de pensarse a sí mismos. Turkle es contundente en ello: la tecnología asaltó a la empatía. Nuevas apps se desarrollan para encubrir o embellecer procesos depresivos.

Hemos desarrollado afición por las interacciones sociales virtuales dentro de los ámbitos del trabajo, la familia, la amistad, la educación y en nuestra relaciones sentimentales, sin advertir el peligro que ello comporta. Casi sin darnos cuenta, hemos abandonado la conversación cara a cara. Es aquí en donde Turkle planta bandera. Ésta es su propuesta en su investigación y libro «Reclamando Conversacion«. Recuperar este espacio, recuperar lo presencial, escuchar, observar. Urge desconectar para reconectarse y construir algo juntos.

 

Ps: Dejamos aqui, el power point que dinamizó la clase presencial

https://drive.google.com/file/d/1Gf5xnjkuEMIfOKY6STPqUBtd8GH3XaPN/view?usp=sharing

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