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El Club de los Arrepentidos

Primera Parte

Los últimos dos años hemos sido testigo de diferentes clubes de arrepentidos. Sin lugar a dudas, la política de nuestro país, nos reserva todo el tiempo esa promesa ficcional que Borges ya nos enseñara en su libro de cuentos de 1944, en donde encontramos El jardín de los senderos que se bifurcan y Artificios.

El asombro, lo inesperado, lo ridículo o bizarro juegan en nuestro cotidiano. Como en el Poema de Los dones, exploramos con el báculo indeciso. Ficción e intertextualidad. Borges escribe ficciones que se inscriben en el universal ámbito de lo intertextual. Si entendemos por intertextualidad el hecho de que «todo texto es absorción y transformación de una multiplicidad de otros textos» (Kristeva, Todorov, Barthes) cualquier obra analizada estará «trabajada» por la intertextualidad. Pero la obra de Borges explicita esta relación; la utiliza como fundamento de la ficción y sobre ella se construye.

Las ficciones cobraron vida en el espacio virtual. Nos envolvieron con lógicas de la inmediatez y cercanía. La repetición se acomodó en la arquitectura de lo masivo, domesticándonos de una manera espeluznante.  Su sutileza se convirtió en su marca dorada, dotándola de una fuerza inmaterial.

Pero aquello que se encontraba escondido, el Club de los Arrepentidos, lo puso en escena. Nos marcó la cancha. Nuestra inocencia ha sido vulnerada, enfrentando un desafío: seremos capaces de comprender aquello que han desnudado sus miembros? Cual canción de Chambao, los arquitectos de la economía de la atención, nos invitan a realizar un Camino interior:

Palabras
Que se las lleva el viento y son de mi boca
Pensamientos malos que me envenenan
Yo quiero librarme de esta condena

En sus actos declarativos, en el Club de los Arrepentidos, se intenta librar de la condena que implica el binomio atención –distracción. El aburrimiento asoma.

Los patrones adictivos de placer y recompensa, han sido objeto de estudio del Club. El estar siempre disponible para consumir, ha sido una de las grandes creaciones en el diseño de interfaces. La manipulación una característica constante en el proceso de modificación de conductas.

Crear ideas pegajosas, Made to stick. Crear ideas que se recuerden, se recreen y cambien algo. Una idea pegajosa es inesperada, sorprende sobre lo que pensábamos ordinariamente. Se muestra en el orden de lo siniestro, dado que sabemos que está allí, pero su mutación hace que nos llame la atención (y en algunos casos nos horroriza). Al mismo tiempo, pone a disposición un elemento desde el campo sensorial: podemos hacernos una imagen de la idea, podemos olerla, saborearla o simplemente nos emocionamos, la sentimos. La cuestión concreta es lo que le da el poder.

Qué ideas pegajosas nos han regalado Los Arrepentidos. Nos han regalado la idea de que es posible encontrar el mensaje perfecto: nos han regalado la idea de que podemos influenciar a las personas, insertarnos en sus pensamientos con muy poco trabajo. Tenemos que crear ideas que sean a la vez sencillas y profundas. La regla de oro es la máxima simplicidad:

Veamos un proverbio/idea en acción:

Encontrar la esencia de una idea y comunicarla de una forma sintética nos otorga una influencia perdurable sobre nuestro público. Qué significa un pulgar hacia arriba? La síntesis, lo concreto se pone en escena en la interfaz.

Y en esta secuencia, la sorpresa. El primer obstáculo para la comunicación es conseguir la atención del público. Algunos comunicadores poseen la autoridad necesaria para exigirla. Sin embargo, la mayoría de las veces la atención no puede imponerse, sino que hay que atraerla, traccionarla.

La manera más sencilla de llamar la atención de alguien es romper con lo establecido. Los humanos se adaptan con una increíble rapidez a pautas constantes y, por ello, una estimulación sensorial uniforme nos hace “desconectar”. Algo parecido a un beep? A un ring tone, o al redoble que se escucha cuando termina de armarse el logo de Netflix? O pensemos en otro orden de cotidiano: el zumbido del aire acondicionado, el ruido del tráfico o el olor de una vela. Sólo cobramos conciencia de estos fenómenos cuando se produce un cambio, porque el aire acondicionado se apaga o la ventana se cierra.

Nuestro cerebro está diseñado para permanecer alerta ante los cambios, una tendencia que conocen bien los mejores diseñadores de productos, quienes se aseguran de introducir alguna modificación cuando un producto requiere que el usuario le preste atención. Por este mismo motivo, las luces de emergencia son intermitentes: si estuvieran encendidas permanentemente, empezaríamos a olvidarnos de ellas.

Las madres saben mucho de lo que hablamos. Los primeros meses de vida del bebe, están teñidos de nuevas sensaciones para la joven madre. Sus instintos se elevan, permanecen alertas. Aquél sonido desconocido, organizado en la particular palabra llanto, se convierte en un mensaje que es fácilmente descifrable. Escuchamos entonces afirmaciones devenidas en acciones: tiene el pañal que rebasa, le duele la panza, tiene hambre, etc.

Pero claro, en el Club de los Arrepentidos no hay mujeres. Si bien existen diferentes y excelentes programadoras o cientistas sociales, los hombres permean el espacio de poder.

Volvamos a lo inesperado o cómo creamos nuevo valor. Ser unívocamente inesperado gira en torno a dos cuestiones fundamentales: cómo lograr atraer la atención de la gente y cómo mantenerla. Para poder responder a estas preguntas debemos saber qué dos factores influyen en ello: la sorpresa y el interés. La primera capta nuestra atención, mientras que el segundo la mantiene. Con frecuencia, las ideas contagiosas por naturaleza son inesperadas. De hecho, si consiguiéramos que nuestras ideas fueran más inesperadas, las volveríamos más contagiosas. Las ideas inesperadas son más susceptibles de divulgarse porque la sorpresa nos obliga a prestar atención y a reflexionar. La sorpresa tiene la capacidad de empujarnos a buscar las causas subyacentes, a imaginar otras posibilidades y calcular cómo evitar imprevistos en el futuro.

Y cómo se traduce lo señalado en la interfaz? Economía de la atención.  Tomar el celular luego que la pantalla se convierta en ese Black mirrow, nos hace pensar que con sólo activar un botón o rozarlo con nuestro dedo índice en su parte de atrás, en un golpe de vista, veremos la novedad: nuevos mails, nuevos tweets. La extrañeza, lo inesperado nos hace salivar cual perro pavloviano.

Claro que para suscitar el interés son necesarios los vacíos en el conocimiento. La actualización no nos dice nada del origen del mensaje, de su interlocutor. Y sobre el botón nos arrojamos vorazmente para saciar la angustia de poder controlar aquello que sabemos que se nos escapa. Estas ideas inesperadas despiertan la curiosidad porque abren vacíos en el conocimiento.

La competencia por la atención, nos enseñan los Arrepentidos, simplifica la interfaz. La abstracción dificulta la comprensión y memorización de una idea. Asimismo se hace complicado coordinar nuestras actividades con los demás, ya que éstos puede que la interpreten de formas muy diferentes. La concreción nos ayuda a evitar estos inconvenientes.

El diseño basado en el FOMO – Fear of misssing out (Miedo a perderse algo) – se ha constituído en el éxito del desarrollo de la interfaz en esta nueva etapa de  transición de una sociedad disciplinar (basada en la individuación del sujeto en la masa) hacia una sociedad de la seguridad o control (basada en el cálculo estadístico y la gubernamentalidad). Los miembros del Club, en una ceremonia sin igual, enfatizan que las ideas contagiosas por naturaleza están cargadas de palabras e imágenes concretas.

La concreción aporta transparencia a un objetivo: pegarse a la pantalla o si lo desean tirar hacia abajo o actualizar en twitter, el scroll infinito en un muro (haciendo que se siga viendo nueva información sin límite a medida que se desliza el dedo o el mouse pase el feed de noticias) logrando que el  cerebro nunca tenga  pausa , siendo la fuerza de voluntad  la que nos permite  dejar de mirar la aplicación.

En esta batalla por la atención digital, convertir el uso consciente de un producto, en un uso inconsciente y adictivo es hacer cumbre. Quizás por ello, el ser creíble es parte del asunto.

Claro, qué significa esto? Nuevamente, nuestro cerebro es el plato a degustar: confiamos en los consejos de las personas a las que nos gustaría parecernos o en las diversas agencias que se han constituido en nuestra sociedad, que han garantizado cierto nivel de veracidad: el Fleni en Medicina, Red Solidaria (Juan Carr), Los Piletones (Margarita Barrientos) etc. etc. En ella vemos fuentes fidedignas de credibilidad para las personas y por ende de idas.

Nos bajamos aplicaciones pensando que optimizamos tiempo, recursos e información cuando en realidad, brindamos más datos, desnudando nuestras elecciones inconscientemente. Dormimos en un almohadón de plumas, como aquel que retratara Quiroga en su cuento. Esperemos despegarnos de él prontamente, para revivir a tiempo.

En el espacio de Teóricos, se visualizó el siguiente ppt para acompañar esta discusión:

https://docs.google.com/presentation/d/1vlXD-DdfYUeyj1Hk161cWbVazh9ls1gIjeLrZtTGvvE/edit?usp=sharing

Comentarios

  1. Adriana

    La autora -que tiene maestría en diseños intertextuales – pone a Borges en el primer párrafo como clave de lectura del artículo.
    De ahí a internarnos en los singulares jardines -o más precisamente, en el laberinto feroz-, un solo paso.
    Excelente. Espero segunda parte…

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