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Denominaciones, etiquetas y quehaceres varios

Las tres electivas del @TadeoLab

Cuando quedó claro en el TadeoLab que daríamos unas materias electivas, los tres indiecitos que estamos a cargo nos devanamos los sesos imaginando los universos a recortar, las tareas a inventar, los lenguajes a compartir. y sobretodo los puntos de intersección o de fusión (como bien los bautizo Franz Johanssen en The Medici Effect ), en los que podríamos hacer palanca para potenciar nuevas distinciones, hacerle pito catalan al operador institucional disciplinario, sin caer en el modismo snob pero ineficaz de las interdisciplinas.

Como cada uno de nosotros tiene una expertise muy diferente, Catalina la intersección danza/diseño; Ana la intersección Ciencia/Arte y el que esto escribe Epistemología/Des(organizaciones), inmediatamente buscamos identificar un corpus, una metodología, una casuística y unas formas de aderezar todas estas cosas, que tuviera como resultado una propuesta pedagógica interesante, sin por ello sacrificar la dimensión de la disrupcion combinada con la de eficacia.

Como siempre en estos casos los procesos de iteración son mucho mas interesantes que cualquier eureka único. Y así fue como las tres electivas fueron cambiando de nombre. La de Ana que originalmente se había llamado Ciencia a la obra, termino como Alquimistas Digitales, la de Catalina que se había originado como Aprendizaje con todos los sentidos, termino como De(vuelta) el cuerpo. Arquitecturas del aprendizaje, y la mía que inicialmente se llamo Pensar con la mano, terminó convertida en Hackear las organizaciones. Profesiones del futuro.

En esta ocasión no se trató de una mera cosmética del buen (o mal) titulado, sino de algo muy distinto. Así como hemos insistido muchas veces en que uno de los grandes intríngulis en la creación de dispositivos para el cambio del comportamiento está ligado a su transformación radical (que curiosamente puede consistir en apenas un toquecito, «nudge»), con estas electivas nos está pasando lo mismo.

Ya en su propia nomenclatura queremos incidir de un modo profundo en «cómo» las vamos a hacer circular (a diferencia de impartirlas), en cómo generaremos condiciones de aprendizaje en los alumnos (no de empatía por lo que narremos sino, como las convertiremos en circunstancias (en seguida aclaramos de que va esta cosa) para el aprendizaje, y sobretodo (porque esperamos participar los 3 docentes en todas las clases, y eso implicará un compromiso enorme de nuestra parte, ya que se trata de 100 horas presenciales por electiva, y de 200 adicionales de practica colaborativa), estamos hablando de un experimento a múltiples voces, manos y cerebros, que pondrá en practica una máxima que nosotros mismos hemos repetido demasiadas veces en estos últimos años pero que todavía debemos perfeccionar mucho mas.

Dar la clase con la boca cerrada

Se trata concretamente de llevar a la práctica una forma de entender la relación entre la enseñanza y el aprendizaje del modo como quedo encapsulado en la obra de Donald Finkel Teaching with your mouth shut publicada póstumamente en 2000 un año después de su muerte y que fuera traducida al castellano como Dar la clase con la boca cerrada por la Universidad de Valencia, casi una decada mas tarde en 2008.

La obra de Finkel es de una actualidad suprema y encarna el envoltorio conceptual de lo que hemos venido haciendo sin descanso en la Cátedra de Procesamiento de Datos desde 2009, aunque nos fuimos preparando para ello desde el año 2006. Y aunque Finkel en ningún momento habla de edupunk ni mucho menos de filosofía maker, no hay pagina suya que no aluda permanentemente a la filosofía con que hemos venido encarnando lo que Mariana Maggio ha denominado la metodología de la invención itinerante, cuya principal modalidad es la delegación del proceso del aprendizaje en el otro, a quien se le crean las condiciones de aprender por sus propias vías y méritos.

La definición del aprendizaje dada por Finkel «la buena docencia es crear aquellas circunstancias que conducen al aprendizaje relevante en terceras personas» es tan elocuente y se ajusta tan mucho a lo que hemos venido haciendo en las ultimas décadas que nos sorprende no habernos deleitado con su prosa y sus propuestas mucho antes.

Ademas, quedamos sorprendidos una vez mas con la filosofía de las coincidencias encarnada por el personaje de la Tana Ferro (Valeria Bertucell)i en «Un novio para mi mujer«, porque en nuestro caso las coincidencias generan un valor de verosimilitud sorprendente. Porque si alguien podía haber encarado de manera excepcional el formato de dar la clase con la boca cerrada, ese no podría haber sino Sugata Mitra. Y casualmente en estos días salió al conocimiento mundial la historia del Sugata Mitra Mexicano, Sergio Juarez Correa, y de su no-alumna genial Paloma Noyola Bueno (ver Joshua Davis Free Thinkers, Wired, Noviembre 2013). Y en ambos casos lo que prima es una estrategia de una enseñanza para al aprendizaje basada en aproximaciones laparascopicas, mínimamente invasivas.

Dar clases sin narrar

Todo el libro de Finkel está dedicado a una sola cosa. A convencernos de que el peor modo de encarar la buena docencia es -como creen que hacen los mejores docentes- saber contar historias, buenas historias, historias conmovedoras, historias epónimas, historias que, de tan bien contadas, permanecerán para siempre en nuestra memoria, y nos revelaran que los buenos docentes son los que cuentan las mejores historias.

Evidentemente hemos sido víctimas de una gran confusión de géneros. En la que todos hemos caído, inclusive nosotros mismos, que hace menos de una semana decíamos en un gran foro internacional que un buen docente, entre otras características debe ser un gran actor, un payaso, un gran actor, un performer, un entertainer cultural. Y que como nos lo creemos a pies juntillas lo hacemos cada vez mejor. Curiosamente eso que funciona extraordinariamente bien como el reverso de la clase magistral, dista mucho de ser un interesante dispositivo de aprendizaje.

Puede operar muy bien en un escenario (tratase de una Keynota de una o de varias horas,) puede destilarse hasta la exquisitez en los formatos breves: TEDx, Pecha-Kucha, Ignite y hasta en las miniclases de 2 minutos que hemos dado junto a Manuel Hernandez en Plataforma Bogota, pero difícilmente abone para la creación de las circunstancias que para Finkel son el precondicionante del aprendizaje significativo. O al menos no enteramente, aunque estamos seguros de estar utilizando muchas de las estrategias de Finkel, incluso en esas apariciones magistrales.

Por eso conviene revisar el inventario de cuales son los formatos y estrategias que para Finkel encaran dar clases sin narrar que son según el: dejar que hablen los lbros, dejar que hablen los estudiantes, indagar juntos, el arte de escribir, crear esquemass para el aprendizaje, separar poder de autoridad en el aula, dar clase con un colega, proporcionar experiencia/provocar reflexión.

Nos adentraremos en algunas de estas estrategias, mencionaremos otras, pero ya de su breve enumeración algo queda mas que claro. Dar la clase con la boca cerrada es ser edupunk. Dar la clase con la boca cerrada es abogar por la filosofía maker, experiencial. Dar la clase con la boca cerrada es crear una agenda de investigaciones como hemos hecho en la Cátedra Datos durante casi 20 años sin saber hacia donde veníamos, y por eso a los tumbos ir generando proyectos cada vez mas «circunstanciales,» hasta desembocar en el actual de Humanidades Digitales y en las próximas electivas del TadeoLab.

Creando circunstancias pro-aprendizaje

Dar la clase con la boca cerrada no es renunciar a los libros sino multiplicarlos, a condición de dejarlos abiertos para la libre interpretación de todos y todas. Dar la clase con la boca cerrada es dejar que hablen los estudiantes, pero no solo a traves de preguntas acotadas (que rara vez hacen), sino dejandolos elaborar sus propios proyectos, que puedan elegir lo que quieran saber, y que puedan crear ellos mismos circunstancias que hagan posible al aprendizaje (como hicimos en el 1@1Sarmiento). Dar la clase con la boca cerrada es abrazar mil y una veces las causas de Bateson y McLuhan, uno abanderado de la «pauta que conecta» y el otro de los «probes» o sondas que exploran los posibles adyacentes (bella metáfora de Stuart Kauffman explotada por Steven Johnson) y que generan conocimiento donde antes no lo había.

Dar la clase con la boca cerrada es escribir hasta el hartazgo porque como bien dice Clive Thompson solo escribiendo se crean las ideas y como enseña Paula Carlino sin trazo y reconstruccion de los procesos cognitivos y emocionales tampoco hay apendizaje genuino. Dar la clase con la boca cerrada es separar poder de autoridad, porque el primero es parte del sistema pedagogico/militar, y solo el segundo libera la conciencia y genera una arquitectura de libertad, unico espacio donde puede prender la chispa del saber (como experimenta Julia Roberts en la bella pelicula Mona Lisa, aunque le cueste el puesto comprobarlo).

Dar la clases con la boca cerrada es compartir proscenio, espacio, reconocimiento pero, sobretodo poder de danza intelectual junto a otro o varios otros, como venimos haciendo en datos desde hace me mucho, y llego a momentos memorables en nuestras clases de 4 o 5 no-docentes, como en el cierre del primer cuatrimestre y en la clase 9 del que aun estamos cursando. Dar la clase con la boca cerrada es proponer experiencias como hicimos este lunes en la clase inaugural de Maggio/Lion y provocar reflexión al mejor estilo de las ondas de agua estimuladas por una piedra pero sumada al efecto boomerang, que las ondas vuelven a nosotros y nos ponen patas para arriba.

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