Déjame entrar

Déjame entrar (Teo 2b, Ver 2020)

En el presente curso de verano, nos adentramos en la aventura de comprender y analizar la implicancia de ser humanos de la mano del reflejo que constituye  la serie de HBO- Westworld. Su definición ¿tiene que ver con lo físico?, ¿con lo cognitivo? ¿Qué nos hace diferentes? ¿Quiénes somos?  Cuando intentamos responder estas preguntas, nos damos cuenta que necesitamos organizar argumentos, marcos conceptuales que permitan posicionarnos y desplegar respuestas que sabemos que son inconclusas

En el segundo encuentro del espacio del Teórico, comenzamos a plantear algunas dimensiones que desarrollan Alessando Baricco en su última producción teórica The Game  y Jorge Carrión en su análisis sobre el impacto de las series de Televisión a través de Teleshakespeare.

No escapa a quienes ya nos deleitamos con la lectura de las novelas de Baricco (Seda, City o la Esposa Joven) que sus narrativas nos envuelven; cada palabra nos guía en un mar de sensaciones. Hace años, nos adentrábamos en Los Bárbaros – Ensayos sobre la Mutación (2006), en donde el presente autor ilustraba el proceso de transformación de la cultura y valores que hasta el momento marcaban las pautas de las sociedades occidentales desarrolladas. En ese libro, delineaba el movimiento de impactantes sujetos que realizaban inmersiones sucesivas en plataformas como Google, moviéndose rápidamente entre la superficie de los links,  desplegando, sin saberlo, condimentos novedosos de la cultura digital. Bautizaba a estos nuevos actores como los bárbaros.

Convertidos el saber y la cultura en un “sistema de paso”, el movimiento se transforma en valor supremo capaz de sacrificar el alma de las cosas (el aura de Benjamin). Y así es cómo el bárbaro  inventa al hombre horizontal que surfea la superficie de cualquier realidad. En su epílogo, la Gran Muralla china delimitaba ese proceso: todo muro se levanta no tanto para contener como para trazar las diferencias entre identidades opuestas, sin percatarse de que los bárbaros ya estaban allí.

En The Game, Baricco retoma esta escritura focalizando que la revolución acontecida en estos últimos 20 años ha sido tanto tecnológica como mental.  Las transformaciones producidas, las inmaterialidades que nos relacionan, generó una nueva forma de contactar con los Otros, una nueva forma de experimentar el mundo (ensimismado y personal), un nuevo espacio para construir conocimiento. En esta humanidad aumentada, un cambio de paradigma toma presencia.

En momentos que compartimos nuestra intimidad, parafraseando a McEwan en Máquinas como Yo, la procrastinación delinea una nueva temporalidad incapaz de registrar todos los matices de la realidad. Lo tecnológico no necesariamente cambia nuestra forma de ser, lo que comienza a cambiar es cómo pensamos.

Baricco nos marca los cambios, los quiebres que se sucedieron en los últimos 35 – 40 años. Las mutaciones y transformaciones acaecidas. Como comentáramos presencialmente, los tiempos comunicacionales son diferentes. La caída del Muro de Berlín en el 89 o la guerra del Golfo de los años 90, fueron acontecimientos que vimos  por televisión en tiempo real. A través de una incipiente televisión por cable, fuimos testigo de la unificación de las dos Alemanias o de los bombardeos en Bagdad.

Serú Giran (92)   puso poesía a los destellos de la pantalla, orientando nuestra experiencia en conocimiento: “Nadie vio a los muertos de Irak en su pantalla. Cuántos serán. Fuego artificial o son bombas que estallan?

En el intento de comprender la relación con la tecnología, recordamos el análisis aportado por Bruce  Mazlish. En su opinión, debemos afrontar una nueva decepción, Mazlish está convencido de que «la trascendencia de la cuarta discontinuidad es esencial para encajar de forma armónica en un mundo industrializado» . Según él, no somos muy diferentes de las máquinas, ya que éstas imitan la vida y han llegado a perfeccionarse y a integrase de tal modo en nuestra cultura y nuestro cuerpo que se hace difícil distinguirlas de nosotros mismos. A través de un recorrido por la historia de la ciencia, Mazlish redescubre la relación entre naturaleza y artificio, para desembocar en un presente en que este vínculo se ha convertido en eje vertebral de la cultura y la identidad.

La tecnología imita y supera nuestra condición biológica. Nuestro soporte físico puede ser trascendido, invadido, mejorado y aniquilado por una creación del hombre. También el pensamiento racional está siendo superado por ordenadores de inteligencia artificial. Pero ninguno de estos artilugios intuye siquiera cómo reproducir el inconsciente humano.

¿Entonces?

La ciencia ficción ha construido argumentaciones que la filosofía ha estado debatiendo en los últimos siglos: ¿qué es la inteligencia? ¿Qué es la conciencia? ¿Se trata de cómo pensamos o de cómo sentimos?

En las series -al decir de Carrión-, todo se retrata con ilusión de verdad. Las guerras lejanas o la historia de un narcotraficante (Pablo Escobar) se constituyen en espacios concretos y cercanos.  En este sentido, al transitar por los capítulos, vamos siendo domesticados. Una pedagogía se despliega de la mano de una nueva experiencia y aprendizaje. Justamente, la propuesta de esta cursada de verano pone en juego estos elementos. Cual piratas textuales, leemos, descontextualizamos, descargamos, traficamos links.  Proponemos un nuevo contexto de circulación y lectura.

Ps: En el encuentro presencial compartimos la siguiente presentación

Comentarios

Deja un comentario