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¿Dónde aterrizar? Teórico 7 14/5/2019 Lado B

EL PULSO DEL MUNDO

Hace un año atrás comenzamos una serie de posteos ligados al pulso del mundo. Si bien hay infinidad de temas acuciantes para analizar, criticar y reinventar, y todas las cuestiones humanas merecen atención y deliberación, no queda duda de que algunas, curiosamente muy cercanas/lejanas, merecen ser atendidas muy rápidamente so pena de poner en entredicho la misma vida humana.

No queremos ser melodramáticos, y habiendo decidido dedicar una cursada a revivir el Proyecto Facebook, dado el tardío descubrimiento de que estamos viviendo un imperialismo algorítmico, y de que las empresas G+MAFIA están poniendo en peligro a la misma democracia, parecería que volver a recorrer alguno hitos analizados muy por encima en la anterior cursada dedicada al Antropoceno, sería poner en cuestión nuestra propia elección.

La decisión de volver sobre nuestros pasos fue ayudada en parte por la Bienal de Venecia (2019) ofrece una teoría, urdida por el comisario Ralph Rugoff, sobre el mundo en el que vivimos.

Su propuesta se titula Ojalá vivas tiempos interesantes, esa maldición china apócrifa que los políticos emplean de señuelo cuando las cosas se ponen complicadas, como tras la última Gran Recesión. Porque la traducción real del motto de la exposición (??太平犬,莫做??人; nìng wéi tàipíng quen, mò zuò luàn lí rén) dice “Es mejor ser un perro en un momento de paz, que ser un humano en un período caótico (de guerra). Aunque en época de fake news ¿qué mejor que bautizar la expo con un fake consagrado?

El comisario había anunciado que este año la bienal prescindiría de tema, pero parece que Rugoff se ha traído su discurso bastante abrochado.
En las propuestas se tocan temas más propios a priori de las portadas de los periódicos que de las paredes de los museos, como las migraciones, las consecuencias de la descolonización, el cambio climático, el racismo en las megalópolis deshumanizadas de Estados Unidos o el resurgir de los muros, que toman las más diversas formas.

Rugoff ha buscado trascender el arte más o menos político al llenar los espacios de ideas rabiosamente contemporáneas, ya sea por la estética, que navega entre lo feo, lo desagradable y lo agresivo, o por las técnicas empleadas: abundan las esculturas imposibles, la música nihilista, la realidad virtual, las torpes recreaciones en tres dimensiones, las imágenes digitales que se pixelan y los videojuegos, que parecen haberse convertido en medio artístico predilecto para retratar la nueva condición poshumana.

El conjunto, que tiende a la ensalada, arroja un desalentador y algo efectista retrato de esos tiempos interesantes que nos han tocado, donde todo lo que no parecía posible que pasara acaba sucediendo, como comprobamos tras los éxitos de Trump y el Brexit o el ascenso de los nuevos fascismos y su verriondo actual en la maravillosa serie Juego de Tronos, recientemente terminada.

1. Tecnología high-tech everywhere

Ya hemos leídos suficientes libros (Jared Kushner yerno de Donald Trump)

La Bienale lo deja claro. De la infinidad de problemas que nos rodean, hay varios que son centrales y que rara vez se atienden simultáneamente O son analizados con la profundidad y la sofisticación que merecen.

Nos referimos en primer lugar a des-regulación que otorga a la palabra globalización un sentido cada vez mas peyorativo, dado que marca el inicio cada vez más vertiginoso de las desigualdades.

El segundo son las desigualdades crecientes, que fueron censadas hace un lustro por Thomas Pikkety, fueron denunciadas por el premio Nobel de economía 2015 Angus Deaton y por el de la paz en 2006, Muhammad Yunus, con propuestas que van desde entender los orígenes de las desigualdades hasta promover nuevos modelos económicos que las reviertan

El tercero obviamente es el cambio climático entendido como el empeoramiento progresivo de las relaciones de los humanos con nuestras condiciones materiales de existencia.

No estamos hablando en abstracto, sino que tratamos de procesar la inesperada e intolerable conclusión de que para ciertas elites ya no hay suficiente espacio en la tierra para ellos y para el resto de los habitantes (nosotros).

Desde los años 80 las clases dirigentes ya no pretenden dirigir, sino ponerse a salvo fuera del mundo (una de cuyas variantes es la privatización de la colonización de Marte).

El 1ro de junio de 2017 Donald Trump al retirarse del acuerdo climático de París selló con su firma lo que George Bush había dejado en claro pero casi nadie quizo escuchar en la primer cumbre mundial de Río en 1992: «Nuestro modo de vida no es negociable«

Esa frase lapidaria que hacía imposible cualquier pacto de gobernabilidad mundial (pero también al interior de cada país) fue complementado por Trump con una nueva declaración de guerra «Nosotros los estadounidenses no pertenecemos a la misma Tierra que vosotros. La vuestra puede estar amenazada la nuestra nunca lo estará” (hasta culminar con su guerra de liderazgo con China, disfrazada de pleito comercial).

¿Y si la explosión de desigualdades está ligada de múltiples modos al régimen climático, que es vivido como amenaza por los no-signatarios? Estamos expuestos a los cuatro vientos y no hay muro de contención contra los nuevos invasores de los antiguos privilegios?

Si un país como USA, que tiene solo el 4% de la población mundial, consume el 17 % (97.5 trillones de Btu’s (Brititsh Termal Units) de un total de 572.8 https://bit.ly/2HBJp1o necesitaríamos entre 4 y 7 tierras mas para que este modelo alcanzara a todos los habitantes del planeta.

¿Cómo regresar a una vida colectiva cuando la mayoría de la población mundial seremos extranjeros a la búsqueda de un suelo perdurable?

2. Del deja-vu al vu-deja

Durante 200 años avanzamos en dirección de un desarrollo global que supuestamente pondría a todos los habitantes del planeta en la misma senda. Y cuando empezamos a ver que eso no se lograría quisimos hacer de la necesidad virtud, y empezamos a vanagloriarnos de los modos locales de vida.

Si la primera ruta parecía la mas adecuada era, porque pasar de un punto de vista local a uno global ayudaría a multiplicar los puntos de vista, tomaría en cuenta número mayor de variedades, de organismos y de personas. De pronto las manifestaciones cada vez mas disconformes de los excluidos (cuya última expresión son los chalecos amarillos de clase media baja francesa) muestra que el planeta es demasiado estrecho y limitado para el globo de la globalización. Y que es demasiado grande, antiguo y complejo para quedar contenido dentro de las fronteras estrechas limitadas en cualquier localidad.

Paralelamente desde los años 80 hemos acumulado evidencias necesarias para demostrar que la tierra terminaría por resistirse a este avasallamiento sin fin que las fuerzas productivas quisieron ponerle en nombre del progreso

El negacionismo climático revela que cuando se trata de mantener las ventajas adquiridas, todos los lastres de la solidaridad se desvanecen y el sálvese quien pueda (al mejor estilo Titanic) es lo único que cuenta.

Como se reveló en el informe del Ipbes (siglas en inglés de Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services IPBES Global Assessment Summary for Policymakers. E a principios de abril de 2019 de las 8 millones de especies que todavía existen, 1 millón están seriamente amenazadas

Las conclusiones, extraídas de unos 15.000 estudios, compilados por 145 científicos de cincuenta países, también incluyen que el 75% de los ecosistemas terrestres y el 66% de los marinos fueron alterados por acciones humanas; la degradación de tierras redujo su productividad en un 23%; las áreas urbanas se duplicaron desde 1992, y la contaminación por plásticos se multiplicó por diez desde 1980, entre otros puntos.

«Farewell to a beloved snail . . . and a species. Unfortunately, he is survived by no one»



Aunque el conspiracionismo es un muy mal consejero, michas veces las conspiraciones existen a manos de elites oscurantistas. Lo hicieron durante décadas con el cigarrillo vendido como un placebo, cuando era una fuente de cancer mortífera, y hoy lo vemos reforzado en múltiples frentes -con justificaciones científicas mas que fake.

Lo cierto es que el creacionismo político organiza toda la política del presente. Y al mismo tiempo que los esfuerzos de dos siglos modernización revelan su fracaso absoluto

El mundo moderno se convirtió en un oxímoron. O bien es moderno pero no sera modernizable, o es modernizarle pero no es moderno. Es necesario cartografiar todo de nuevo urgentemente antes de que los sonámbulos aplasten en su ciega huida lo que más apreciamos.

La elección de Trump ha confirmado al resto del mundo el fin de una política enfocadas en objetivos. No se trata de una política de la post-verdad sino de una política post-política que rechaza el mundo que pretende habitar

Y sin embargo no todo está perdido. Mientras los populismos de distinto tipo insisten obcecadamente (en un velado endoso del marxismo) en dividir las acciones en pre- y post-modernas, lo inesperado es la aparición de un polo de atracción terrestre que deja atrás definidamente la antinomia izquierda vs derecha o local vs global.

La dimensión de lo terrestre como eje político se centra en el acontecimiento masivo que es el poder de actuar de lo terrestre, que ha dejado de ser telón de fondo para convertirse en una agente de proporciones bíblicas, como devolución de la gentileza que las tres revoluciones industriales anteriores (y que la cuarta no hace sino amplificar) han provocado sobre el planeta tierra.

El espacio se ha convertido en una historia agitada donde nosotros somos apenas somos unos participantes entre otros perpetrando acciones que nos permitan aterrizar en plena historia

3. Aprendiendo a pesar del sistema

El Holoceno brindaba un marco donde se podía distinguir sin dificultad la acción de los humanos. El antropoceno es otra cosa, ya no se trata de pequeña actuación climática sino de una movilización del propio sistema tierra

Seguir contándonos los mismos cuentos filosóficos, literarios, epistemológicos e históricos del último medio siglo -com el sobreénfasis en la memoria y el rechazo del olvido y la supuesta restauración del cielo en la tierra como prometieron las distintas revoluciones del siglo XX- es una pérdida de tiempo y un gran peligro

Estamos viviendo un doble fracaso, siendo el más evidente el del capitalismo en todas sus variantes convertido en un negocio aplicable solo al 1% de la población mundial (mas allá de los buenos oficios de los neo-iluministas).

Pero también ha perdido la ecología porque después de 50 años de militancia la economía sigue aplastando el desarrollo, aniquila a la naturaleza y el desarrollo social líquida a las especies.

Las categorías de derecha e izquierda son romas, carecen de filo. No son las actitudes las que cuentan en la política, es la forma de base del mundo la que determines las actitudes

El descubrimiento decisivo de la ecología política es que se trata de una política orientada al objeto. Por eso cambiamos de territorios y cambiaremos las actitudes.

El vector moderno terrestre es una alternativa a la rígida división izquierda/ derecha que trata de desviar hacia lo terrestre las energías que antes apuntaban a lo local. No hay nada más innovador, nada más creador, nada más contemporánea que negociar el aterrizaje en el suelo.

Estamos en mora para reequipar nuestros afectos políticos (a lo Spinoza). Tendremos que elegir entre ser modernos o ser terrestres. La ecología política no ha logrado tomar el relevo del desarrollo anti-naturaleza y pro-humano. La ecología no sé el nombre de un partido o de un tipo de preocupación, sino una llamada o un cambio de dirección encaminarse hacia lo terrestre

Derecha se izquierdas solo rivalizaban en saber cuál sería más rápidamente modernizadora, cuál de las dos nos llevaría con más rapidez al mundo global mientras se peleaban por saber si había que proceder por el camino de la reforma o el camino de la revolución

Esta idea se derrumbó el 13 diciembre 2015 en la clausura de la COPE 21 que mostró que no había una sola tierra que puede soportar el horizonte del desarrollo humano “a la norteamericana” (o a lo chino). La lucha de clases depende de la geología. El siglo XIX fue el de la cuestión social y el siglo XXI será el de la cuestión geo-social.

No estamos defendiendo naturaleza somos naturaleza que se defiende. Necesitamos contar con todo el poder de las ciencias pero de un modo que no lleve el crecimiento ilimitado ni a la explotación indefinida.

Podemos sintetizar mucho de lo que vendrá reconociendo que La naturaleza no es un proceso de producción sino un proceso de generación. En algún teórico próximo elaboraremos esta potente idea latouriana, que tiene raíces en Spinoza y fuera desarrollada con fuerza por Deleuze, Negri, Agambem, Morton, Whitehead, Stenghers y varios otros autores.

Algo que fuera anticipado por el propio Goethe y que llegara a buen puerto de la mano de Alexander von Humboldt

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