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3.2. La cultura del hacer (27/08/2013)

Cuando se habla de la reapropiación se alude al proceso por el cual algo que era nuestro y dejó de serlo, se recupera. Se suele hablar de la reapropiación como el fenòmeno cultural por el cual un grupo se reapropia -recupera la posesión- de ciertos términos que alguna vez fueron despectivos, como el término ‘gay’ para referirse a los homosexuales. En el caso de la reapropiación de la tecnología, el proceso que se pone en marcha es el de recuperar la incidencia que tenemos sobre los objetos o dispositivos tecnológicos que nos rodean. Se cruza cierto límite o distancia entre los individuos y los objetos, logrando que estos últimos respondan a los intereses particulares de cada uno.

Esta reapropiación de la tecnología suele comenzar con un acto de una profunda carga simbólica: desarmar algún objeto. Desarmar es apropiarse, del mismo modo en que el “Manifiesto del reparador” tiene entre sus principios la máxima “si no puedes repararlo, no es tuyo”, a partir del desarmado de los objetos nos acercamos de forma íntima a ellos y comenzamos a ver la forma en que podemos readaptarlos a nuestros propósitos.

Otra forma de entender a la reapropiación, esta vez en relación a nuestros tiempos e intereses, es a partir del reconocimiento de nuestras características como individuos. En un momento en el que todo es ‘a medida’ y la web propone la personalización de hasta el último detalle, hay una sobreabundancia de contextos en los que no hay ni la menor intención de adaptarse a las diferencias de las personas y en cambio se sigue presionando para que todo proceso, como el de aprendizaje, sea estándar y universal. La reapropiación de los intereses y del tiempo implica el reconocimiento de la unicidad de los individuos y no sólo de sus diferentes capacidades sino también de sus intereses. Esto se traduce en un modelo de educación a medida y por demanda.

Embebida en la cultura del hacer, está la reapropiación del entorno. El reconocimiento de que todos podemos hacer cosas y cambiar nuestra experiencia inmediata. Una de las últimas consecuencias de la revolución digital es la capacidad no sólo de manipular bits sino también de manipular átomos (no resulta extraño, entonces, que uno de los principales centros de estudios sobre la fabricación personal sea el “MIT Center for Bits and Atoms”). Las consecuencias de este afortunado devenir empiezan a hacerse presentes de múltiples formas. Una de ellas es la aparición del “movimiento maker” o “hacedores”, una curiosa tribu que se expande alrededor del mundo unidos bajo el estandarte del ‘hágalo usted mismo’ o DIY y promueve a capa y espada el principio de que todos somos inventores.

Pero esta ‘cultura del hacer’ va más bien a contramano de la ‘cultura del sentate y escuchá’ en la que vivimos. Esta última, reflejo claro de la influencia mediática de la televisión y la sociedad de consumo, promueve en vez de autonomía y creatividad, el consumo y la dependencia externa. Se trabaja para comprar bienes y servicios que nos exceden completamente y de los cuales estamos alarmantemente disociados. Es de esperar que la educación esté planteada bajo estos términos también, por lo que es oportuno pensar en un modelo educativo coherente con el hacer.

Considerando esto último nos acercamos a la dicotomía entre ‘aprender para hacer’ y ‘aprender haciendo’, que al mismo tiempo representa a la educación por oferta versus la educación a demanda. El proceso de aprendizaje en general es contemplado como si fuera un proceso universal diseñado para brindar a muchos individuos el conocimiento para que eventualmente lo utilicen, pero eso se opone a muchas de las cosas que sabemos sobre el aprendizaje. Por ejemplo, que si algo no lo ponemos en práctica difícilmente lo recordemos una vez pasado el examen. Es por esto que educadores como David Perkins proponen al juego como modelo de enseñanza. Esto es, el juego representa un desafío para el que hay que armarse con recursos y exige de los participantes o jugadores que se involucren activamente para resolverlo y disfrutarlo. Eso es justamente lo que sucede cuando nos proponemos hacer algo: debemos servirnos de recursos e involucrarnos integralmente en la actividad. La cultura del hacer, de este modo, se reconoce como esencialmente compatible con la ética del juego (recordamos “The Play Ethic” de Pat Kane como referencia indispensable, y su artículo en The Guardian)

En este comprender haciendo se inscriben las actividades de los makers. La mayoría son amateurs, entusiastas autodidactas que sobre todas las cosas ponen los productos que quieren realizar y luego se sirven bajo demanda del conocimiento que necesitan. El motivo por el cual esto es posible es la manera en que internet permite articular comunidades y compartir el conocimiento. Es a partir de comunidades de entusiastas del DIY como Instructables que se vuelve no sólo factible sino moneda corriente que las personas sin importar el nivel de complejidad de lo que quieran realizar, pueden servirse del conocimiento y experiencia de otras personas para lograrlo. Estas comunidades giran alrededor de personas ávidas por contar lo que hacen y mostrar cómo lo hacen. Y, curiosamente, los productos se multiplican orgánicamente como si fueran la realización de ideas y objetos remixados: los makers se reapropian de productos ajenos y los modifican de acuerdo a sus propósitos. Nada es sagrado: todo es modificable hasta las últimas consecuencias.

Otra consecuencia afortunada de la cultura del hacer es la democratización de los medios de invención y de producción, históricamente divorciados. En la actualidad pasar de ser un inventor a un emprendedor es sencillo, y hay muchos canales para lograrlo. El asunto de poder fabricar prototipos de forma casera sin recurrir a intermediarios acelera enormemente el proceso iterativo de la invención, de la mano de lo que conocemos como design thinking, se puede cometer muchos errores baratos en vez de comprometerse por una de las alternativas a un costo altísimo. Ser el propio fabricante de nuestras invenciones, a la escala que nosotros necesitamos, es accesible.

El hacer es conectar

Uno de los puntos que más nos llegó de la lectura de “Making is Connecting” de David Gauntlett es la forma en que esta expresión resume ideas poderosísimas de manera tan efectiva. En particular, es la distinción de que:

  1. Hacer es conectar, porque debemos conectar cosas (materiales, ideas o ambas) para hacer algo nuevo.

  2. El hacer es conectar porque los actos de creatividad usualmente involucran una dimensión social y nos conectan con otras personas.

  3. Haciendo cosas y compartiéndolas con el mundo aumentamos nuestro compromiso y conexión con nuestros entornos físicos y sociales.

Al poner en juego gran parte de lo que uno es cuando ‘hacemos’, lo que se está manifestando es nuestra dignidad. El hacer tiene la feliz consecuencia de cambiar la perspectiva que tenemos de nosotros mismos. Es en el reconocimiento de nuestras capacidades que afrontamos situaciones novedosas de manera positiva. El hacer nos ubica como jugadores, como participantes activos de la construcción de nuestro entorno. El hacer es la forma de reapropiarnos de la realidad.

Por último, recomendamos enfáticamente el siguiente video que ilustra con la mayor elocuencia la manera en que la cultura del hacer, entrecruzada con la escasez de recursos, potencia inconmensurablemente la invención.

Lecturas

Comentarios

  1. Lucio Maciá

    Muy interesante el teórico! Personalmente, siempre quise tener un localizador de cosas perdidas (llaves, principalmente!): como esos teléfonos inalámbricos que uno puede llamar desde la base y suenan donde estén y eso permite localizarlos.

  2. nazareno berrios

    fue interesante reflexionar sobre la representación del espacio publico y como aceptamos pasivamente la sobresaturacion del mismo con publicidad por ejemplo, y como somos presos de una contaminación visual en crecimiento. Quiero resaltar esta noción de proponer ideas, unir piezas y la importancia de la conexión social para poder crear, amalgamarse para fomentar la cultura del hacer perdiendole respeto al ¨no puedo hacerlo¨. Buena propuesta!

  3. natalia martinez

    Este teorico fue buenisimo! Es dificil expresar una critica ya que el entusiasmo de los chicos cuando daban la clase era fascinante. Hoy en dia cuesta encontrar personas realmente apasionadas con lo que hacen pero en estas clases estoy descubriendo un monton jajaja.

  4. Daniela Dalla Corte

    Desde mi punto de vista, rescato el hecho de que la cultura del «aprender para hacer» y el «aprender haciendo» tienen que ir en simultáneo. No sirve quedarnos con la mera teoría si a la hora de aplicarla no tenemos conocimiento de por dónde comenzar. El teórico nos invadió de entusiasmo y expectativas!

  5. vanina vera

    aprender para hacer’ y ‘aprender haciendo: a la pregunta ¿cómo se usa la pc? recuerdo que me decían aprendes tocando total qué puede pasar, mientras no coloques formatear. Pero creo que aprender haciendo a veces dificultar la comprensión y poder explicar qué es lo que estamos haciendo.
    Por otro lado algo que me llamó la atención son las impresoras 3D, tecnología que introduce al individuo, no se cómo llamarlo, si común o domésticos, en nuevos inventores.

    • Valentín Muro

      No lo mencioné en el artículo pero lo dije en clase: podemos concebir al aprendizaje como algo que sucede en simultáneo con el hacer. Esto es, no aprendemos para hacer, ni aprendemos luego de haber hecho, sino al mismo tiempo.

      Por eso suelo enfatizar el rol del mentor: se trata de una persona que nos va a orientar, sin necesariamente intervenir, para que logremos aprehender el conocimiento. De ser necesario, el mentor puede explicar lo que sucede.
      Al mismo tiempo, confío plenamente en la capacidad de la investigación autónoma y de lograr la comprensión investigando a partir de nuestros propios medios.

      Tu punto es muy valioso, y deja en evidencia lo complejo de la conciliación entre el aprender y el hacer.

      Las impresoras 3D, y la fabricación personal en general, reconcilian aspectos de la industria con el pueblo o la gente común y corriente.

  6. Ana Speier

    Me gusta mucho la concepción de «La cultura del hacer». Yo como emprendedora disfruto de los beneficios de diseñar mi entorno, mi mundo, mis horarios y los conocimientos que deseo adquirir para mis fines o mis intereses. Me hizo mucho sentido y me interesa interiorizarme en las posibilidades que esto brinda para transformar la «educación universal» y darle una menor rigidez que se relacione en mayor medida con el hacer y con la individualidad.

  7. NAARA CRUZ

    Al principio no entendí hacia dónde apuntaba el teórico pero recién al final, cuando desarrollaron en sí el tema en cuestión, pude entender lo que querían mostrar. La cuestión de explorar y del hacer creo que está presente sobre todo cuando sos chico. Mientras jugás con teclados rotos, radios que ya no funcionan o cualquier objeto que no entra en el grupo de tus juguetes la curiosidad te lleva a preguntarte ¿que habrá adentro? y con esa pregunta más el aburrimiento, fuiste. Todo se convierte en un experimento o indagación como si fueras un detective.

    PD: Publiquen las fechas de los próximos encuentros que ustedes realizan para participar!!!

  8. InterLink Headline News 2.0 — Interlink Headline News Nº 6791 del Sábado 7 de Septiembre de 2013

    […] EDITORIAL TODOS SOMOS INVENTORES Editor invitado Valentin Muro Primera Parte de Dos Post original […]

  9. InterLink Headline News 2.0 — Interlink Headline News Nº 6792 del Domingo 8 de Septiembre de 2013

    […] *artículo publicado originalmente en el portal de la Cátedra Datos de la UBA […]

  10. Josefina Gutierrez

    Creo que en el mundo en que vivimos, más que nunca, tenemos todas las herramientas para aprender haciendo. Basta buscar un tutorial en YouTube y sumergirse en la experiencia. Creo que esto revoluciona bastantes paradigmas, aunque parezca chico. Habiendo sido alumna de colegio y universidad y hoy también docente de colegio secundario, dejar de pensar en alumnos que se sientan e incorporan contenido «porque necesitan aprender para llegar a x cosa» rompe esquemas. Pero está bueno.

  11. Francisco Ledesma

    Estuve en este teórico. Me pareció muy valioso el mensaje como disparador, motivador y ejemplificador en relación a la cultura del hacer, a vencer las autolimitaciones impuestas. Disiento sí en lo que se refiere a planteado sobre la enseñanza. Creo que hay áreas del aprendizaje, asignaturas, ámbitos del conocimiento que no encajarían en lo planteado por este teórico. Aquí se plantea que «si algo no lo ponemos en práctica difícilmente lo recordemos después del examen». Esto puede tener algún tipo de verdad, pero creo que hay conocimientos que sólo se aprenden a través de la lectura y sin involucrar ningún juego o método práctico. Insisto, es muy valedero lo que plantea, y hasta noble, sumamente positivo, pero me hace recordar a cierto tipo de escuelas que existen hoy día -no recuerdo el nombre- en las que ya hay una orientación prematura y el alumno, si quiere, puede ni siquiera tocar de oído historia o geografía (eso me hace acordar también a las tomas de colegio). Eso es grave, sobretodo porque no está bueno que alguien sí esté enfocado en lo que le gusta, en la creatividad, en la practicidad y en lo que eligió sea artístico, tecnológico, industrial, etc., y después no sepa quién fue Manuel Belgrano. Una simple opinión. Un cordial saludo.

    • Valentín Muro

      Si alguna vez jugaste un juego de estrategia que involucrara conocimiento geográfico habrás sentido el ímpetu por saber mucho más acerca de alguna parte del mundo, con tal de avanzar en dicho juego. La fortuna viene una vez que el juego termina: la mayoría de las veces el conocimiento queda. Basta con preguntarle a los que hayan jugado al Age of Empires, muchos aún podrán hablar largo y tendido de los hititas o Juana de Arco.

      Creo que hay áreas del aprendizaje, asignaturas, ámbitos del conocimiento que no encajarían en lo planteado por este teórico. Aquí se plantea que “si algo no lo ponemos en práctica difícilmente lo recordemos después del examen”. Esto puede tener algún tipo de verdad, pero creo que hay conocimientos que sólo se aprenden a través de la lectura y sin involucrar ningún juego o método práctico.

      No hay contradicción entre afirmar que si algo no lo ponemos en práctica no lo recordaremos. No hay problema con que un tipo de conocimiento sólo se incorpore a través de la lectura, el asunto es de qué forma se aprende. La creatividad entra en escena al momento de estructurar ejercicios donde sin importar la naturaleza del contenido pedagógico este deba ponerse en juego. Te recomiendo leas a David Perkins para conocer más sobre el juego como dispositivo de enseñanza y lo que supone la educación integral.

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