Entrega 1: ¿Fake o Verosímil?

Nuestras sociedades consumen hoy grandes dosis
de información sin siquiera saber que es falsa.
La clave es un sistema de instantaneidad
que nadie puede verificar.
Aram Aharonian

 

En diciembre de 2016, Edgar Maddison Welch, un estadounidense de por entonces veintiocho años, entró a Comet Ping Pong, una pizzería en Washington. Llevaba encima un rifle militar, una pistola y veintinueve rondas de munición. Decidido, amenazó a uno de los empleados, y disparó hacia el techo.

Sin embargo, su objetivo no era cometer un asalto. El hombre buscaba, según una información que había obtenido por Internet, alguna habitación oculta u otro indicio que demostrara la existencia de una red de prostitución pedófila, la cual supuestamente era gestionada por la que en ese momento era candidata a presidenta de Estados Unidos, Hillary Clinton.

Al no hallar nada de lo relevado en la web, Welch liberó al empleado, quien dio aviso a la policía, y permitió que los clientes se retiraran del lugar. Ni bien llegaron los patrulleros, el agresor se entregó y fue detenido. Seis meses después, fue sentenciado a cuatro años de prisión a causa de esta teoría conspirativa falsa, conocida como #PizzaGate.

 

¿Cómo se construye el verosímil?

El verosímil funciona en los discursos sociales como una máscara que oculta sus condiciones de reconocimiento. Todorov explica que, para Platón y Aristóteles “lo verosímil es la relación del texto particular con otro texto, general y difuso, que se llama opinión pública”. Es decir que responde a aquello que está establecido en la sociedad como posible. Por su parte Metz encuentra en dicha cualidad una institución discursiva de censura pero que a su vez deja pasar otros temas falaces.

Consideramos que para construir noticias a través de los medios de comunicación, ya sean masivos o alternativos, lo fundamental no se relaciona a los hechos duros de la noticia, si no a la verosimilitud que pueda ofrecer la misma. Lo importante es que la misma sea creíble, que pueda interpelar al receptor y que el mismo continúe con la propagación de la noticia. Los límites entre la verdad y la mentira se van a ver difuminados, al mismo tiempo que descubrimos que esta verdad es en realidad una construcción política, una red de consensos, teniendo en cuenta que existen diferentes elementos materiales y tecnológicos modifican la relación entre la verdad y la apariencia.  Según el semiólogo Corax, el verosímil no es para él una relación con lo real (como lo es lo verdadero), sino con lo que la mayoría de la gente cree que es lo real, dicho de otro modo, con la opinión pública. Es necesario, pues, que el discurso esté en conformidad con otro discurso (anónimo, no personal), y no con su referente. Lo verosímil no tiene relación con lo real sino con lo que la gente cree como real.

Metz plantea que es una forma de censura, la cual es discursiva: se censura el modo en que se puede tratar el tema. Los verosímiles son aquellos posibles discursivos, que se transforman en convenciones verosimilizadas, naturalizadas.

Posverdad y fake news

Según la Real Academia Española (RAE), posverdad hace referencia a una “distorsión deliberada de la realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Este término, que fue seleccionado por el diccionario Oxford en 2016 como la palabra del año, se incluyó en la última actualización de la RAE en diciembre de 2017.

A partir de la campaña presidencial de Donald Trump en Estados Unidos, la palabra posverdad comienza a utilizarse con mayor frecuencia. El sitio web Politifact, que se encarga de verificar la veracidad de ciertas informaciones, aseguró que el setenta por ciento de las declaraciones públicas de Trump eran falsas, totalmente falsas o mayormente falsas.

Por su parte, fake news fue el término más utilizado en el año 2017. Según el diccionario de Oxford, su uso aumentó un 365%; en gran parte debido a Donald Trump: “No he inventado el término porque creo que otras personas lo han usado a lo largo de los años, pero nunca lo había notado. Lo que sí he hecho es darle visibilidad, porque lamentablemente nuestro país está plagado de ellas y es una pena” declaró el presidente de EE.UU.

El diccionario de Cambridge define a las fake news como “historias falsas que aparecen como noticias, difundidas en Internet o en otros medios, usualmente creadas para influir en puntos de vista políticos o como una broma”.

Avances tecnológicos y cambios

Aram Aharonian, en su libro El asesinato de la verdad, asegura que la historia de la información tuvo un cambio definitivo en el año 1991, cuando el periodista Peter Arnett transmitió en vivo y en directo para 2.200 millones de personas en el mundo lo que creían que era la Guerra del Golfo, la cual “se construyó sobre la base de una serie increíble de manipulaciones y mentiras” (Aharonian, 2017).

Con los avances de la tecnología y la cantidad de información disponible, las redes sociales generan una supuesta democratización. Los usuarios no sólo pueden leer noticias a través de las plataformas que utilizan, sino que tienen la posibilidad de crear y compartir contenido. De esta manera, puede ocurrir que alguien genere o difunda una noticia verosímil, que no fue corroborada, y favorecer al esparcimiento de una información falsa.

¿Cómo opera la posverdad?

El filósofo Darío Sztajnszrajber explica que si bien la verdad no existe, se generan consensos muy direccionados desde ciertos estratos de poder para establecer que determinadas ideas pasan como verdaderas, todo el mundo sabe que todo está armado pero las personas necesitan creer que eso es verdad.

En los medios de comunicación la posverdad produce un efecto normalizador. Los medios construyen formatos de pensamiento. Ya no importa la información, la cual está en todos lados, lo que importa son los dispositivos con los que pensamos la realidad.  

La posverdad es una faceta de la mentira, es el autoengaño, es mentirse a uno mismo. La mentira no es el opuesto de la verdad, ya que el que miente sabe la verdad pero la oculta o la manipula, la falsedad es el opuesto a la verdad porque el que se equivoca o dice algo que es falso realmente cree en eso.

La realidad es absolutamente abierta a la interpretación que queramos hacer de ella, no hay una realidad absoluta, es una interpretación de lo que queremos ver de ella, y esto nos da dos opciones, puedo interpretarla como quiero o puedo abrirme a la interpretación del otro.

Consideraciones finales

A partir del advenimiento de la era de la información cada noticia debe ser puesta en duda. No hay que olvidar que Internet propone un mundo más democrático, en el cual todos podemos expresarnos pero que también está al servicio de intereses concentrados.

La posverdad viene emparentada con la aceleración de los medios de comunicación por producir constantemente noticias, sirviéndose del bagaje de verdades consensuadas que circulan en la sociedad y en la opinión pública. La sobre información impide la corroboración de cada noticia que llega a cada uno de nosotros, y entra en juego la verosimilitud.

De esta manera, es importante desarrollar una mirada crítica al consumir diversos medios y evitar caer en las fake news; sino, se corre el riesgo de colaborar con su difusión al darle veracidad y compartirla con los demás.


Entrega 2: La pregunta que todos nos hacemos: ¿Cómo identificar un bot en twitter?

 

 


Entrega 3: Fake News #FSoc!

En la presentación final, nos dedicamos a trabajar con todo lo aprendido durante la cursada y plasmarlo en dos productos. La circulación de una noticia falsa en las redes de la Facultad de Ciencia Sociales (agregamos debajo capturas) y en la producción de un mini ciclo de Stories en Instagram, basados en el formato de The Guardian «For Fake or For Real?».

Pueden ver el resto de las Stories en el Instagram de Delfina Antunes

Delfina Antunes – Nadia Guardo – Santiago Guerrero – Nicolás Castro – Lucas Rolón