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Desde 1976 Apple ha fabricado muchos productos que circulan por toda la aldea global. Se lanzó por primera vez al mercado con la computadora “Apple 1” vendiéndose a US$ 666,66. La empresa multimillonaria,  que encabezó Steve Jobs, lidera el mercado y se posiciona como la marca más valiosa durante los últimos 8 años. Pero no sólo posee su alto estatus, sino que en cierta medida también el cuerpo de sus usuarios: Apple es la historia de la creación de una cultura de reverencia y secreto.

Apple crea una comunidad exclusiva para aquellos que tienen alguno de sus dispositivos electrónicos: teléfonos celulares, computadoras, tablets, relojes, y auriculares. Cada vez más invisibles y mimetizados con el cuerpo, los productos de esta compañía logran ser un vehículo de distinción, una marca de poder y elegancia; son utilizados por un público cuyo promedio de ingreso es mayor que el de Samsung y, además, logra una retención de clientes del 92%, frente a un 77% por parte de Samsung, datos obtenidos del artículo “La máquina come almas, mata empleos  y evasora de impuestos de Silicon Valley” de Scott Galloway. (2018)

Esta empresa no sólo tiene los sentidos, sino que ahora busca incorporar una mente propia en el intento de despegarse definitivamente de Intel en cuanto a los procesadores de las computadoras Mac, estableciendo así el control total de las notebooks. Además de mentes también hay rumores de piernas, ya que se estaría planeando una integración de Apple y Tesla, liderada por el magnate Elon Musk, para sus autos “ecológicos”.

Apple trabajó en la idea de artefacto como extensión del cuerpo humano retomando el concepto del libro de McLuhan “Comprender los medios de Comunicación. Las extensiones del ser humano” (1964). En este texto, el autor sostiene que cualquier invento o tecnología es una auto amputación del cuerpo físico y requiere nuevas relaciones o equilibrios entre los demás órganos y extensiones del cuerpo.

No sólo tiene nuestras manos, sino también nuestros oídos, ojos y boca. Han creado una especie de culto biológico con sus usuarios ya que cada producto está estéticamente diseñado para excitar. Ya casi no existen las líneas rectas y los dispositivos parecen fluir con el cuerpo humano de manera natural. El cuerpo es único, y complejo; requiere de atención especializada y concreta ante cualquier problema. Lo mismo ocurre con todos los productos Apple; cuando tienen fallas, roturas o cuando los pretendemos adquirir; se consiguen y se arreglan sólo y exclusivamente con atención de Apple. Se crea una tecnomonogamia; la relación entre dispositivos es única y no intervienen “terceros”.

De esta manera, el usuario se vuelve cautivo, debe recurrir a los servicios y artefactos de la empresa para un adecuado funcionamiento de su “cuerpo tecnológico”. Esto último se torna algo notable cuando se contempla que los productos de la firma tienen un bajo costo pero se venden a precios altísimos: el costo de fabricación de un Iphone 8 plus es US$ 288 y se vende a US$ 799 (Galloway, 2018), y que se han creado actualizaciones del software que hacen que  la duración de la batería se deteriore, lo que acelera la necesidad de adquirir un nuevo teléfono.

Apple forma parte de la cultura masiva que se diferencia del resto de los consumidores de otras empresas. Ya que, después de todo, fue el mismo Steve Jobs quien dijo: “Estamos aquí para dar un mordisco al Universo. Si no ¿para qué otra cosa podemos estar aquí?”. Pero, ¿qué hay detrás de ese culto tecnológico? ¿Una forma de progreso o acaso una gran estrategia de marketing que envenena a quienes muerden la manzana?  El crecimiento sin techo de Apple nos dará la respuesta… ¿y vos? ¿ya mordiste la manzana?.

Autores

Lucía Moreno
María Valentina Segovia
Nicole Petraglia
Victoria Lezcano
Lucio Rodríguez
Agustina Cavadini
Julieta Castellano
Victoria Florencia Sandri
Catalina Garabato
Lourdes Diaz Mendez
Florencia Nahuel
Rocio Ricaurte

 

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