doomsdayminutos que faltanScreenshot 2020-01-30 08.48.59Screenshot 2020-02-01 14.14.38El Pulso del mundo: Wuhan, paredón y después… (Teo 2a Ver 2020)

El Pulso del mundo: Wuhan, paredón y después… (Teo 2a Ver 2020)

Como señala Ignacio Landabaru en Boris y Trump, un idilio que puede llegar a su fin : «Si existiera un Oscar para el guión menos creíble, enero de 2020 sería el gran candidato. Durante el primer mes del año, los noticieros mundiales parecieron una película distópica: estuvimos al borde de la Tercera Guerra Mundial por la tensión entre Estados Unidos e Irán, Australia sufrió todo tipo de catástrofes apocalípticas, se fracturó la familia real británica y Gran Bretaño se escapó de la UE, el presidente norteamericano enfrentó un impeachment y un misterioso virus surgido en China generó una alerta global».

En enero el #pulsodelmundo supuestamente nos puso mas cerca de la extinción que nunca antes y solo quedarían cien segundos para el fin del mundo.

Como cada año, el boletín ha dado a conocer su diagnóstico sobre el riesgo de exterminarse que afronta la humanidad. Para medirlo un grupo de expertos de primer nivel con 13 premios Nobel en sus filas, creó un reloj simbólico, el Reloj del Apocalipsis (Doomsday Clock), que muestra los minutos que nos quedan hasta la medianoche, es decir, el fin del mundo. Desde 2018 las manecillas estaban colocadas a las 23.58, a dos minutos del final, que es lo más cerca que el reloj había estado de la medianoche en sus 73 años de historia

Como insiste Carlos Scolari en Efectos colaterales: virus, bacterias y billetes vivimos en un entorno mediático infoxicado con un consumo simultáneo de informaciones que no tienen relación directa entre sí y que provienen de los más disparatados lugares del mundo.

Estar atentos al #pulsodelmundo requiere elaborar los efectos comunicacionales de esta disparatada cadena de causas y efectos retorcidos, muchas veces invertidos, cuando los efectos son causas de si mismos (causalidad mutua), en un marco interpretativo que obviamente requiere de categorías, conceptos, medidas, metodologías y enfoques totalmente orotogonales a los que aprendimos en la Universidad no ya hace 50 años atrás (¡culpable, mi caso!), sino 20 o 10 o 5 años atrás (como la mayoría de los integrantes de esta cátedra).

Como ejemplo de lectura del pulso del mundo iniciamos la parte sustancial de la cursada de @Datosuba flanqueada por nuestra reapropiación de Westworld (futuro apocalíptico si los hay) dedicándole una detalla exposicion al Coronavirus: 2019nCoV.

Teo 2a Pulso del mundo Efecto comunicacional from Alejandro Piscitelli

Según las primeras previsiones de los médicos chinos, este nuevo coronavirus no parece tan grave como el SARS-Cov (que afectó a más de ocho mil personas en 37 países y provocó más de 700 muertes entre 2002-03) ni tan letal como el MERS-CoV (2.400 casos, 800 muertes)

Todos estos virus se originan en animales y pasan a los humanos a través de un proceso llamado zoonosis.

El 31 de diciembre, un algoritmo desarrollado por una start up canadiense especializada en monitorizar la dispersión de enfermedades infecciosas ya había descubierto el brote y avisado de la noticia a sus clientes

Este sistema de inteligencia artificial fue el primero en alertar del coronavirus de Wuhan. El algoritmo pronosticó correctamente que el virus saltaría de la región china a Bangkok, Seúl, Taipei y Tokio en los días posteriores a su aparición

La estrategia de BlueDot para hacer una predicción sobre la dispersión del virus se basa en recopilar y analizar información de noticias publicadas en webs informativas y periódicos en más de 30 idiomas diferentes: “el algoritmo lee noticias publicadas en medios locales donde se mencionan casos de gripe, muertes sin una explicación aparente y síntomas que no se ubican en un diagnóstico concreto, tanto en humanos como en animales”

Otra fuente de datos clave para anticiparse a la dispersión de la enfermedad por todo el mundo son los billetes de avión. Se envían un informe a funcionarios de salud pública en una docena de países, aerolíneas y hospitales de primera línea donde pueden terminar los pacientes infectados.

Paras saber exactamente de qué velocidad de contagio estamos hablando tenemos una interesante medida en Coronavirus de Wuhan: ¿Qué significa el número Ro que a todo el mundo asusta?

En 2014 Google cerró Google Flu Trends, que había lanzado 2009 con bombos y platillos para predecir la incidencia de la gripe en cada región. La página pasó de calcular con exactitud los casos de gripe en EE UU, gracias a las consultas del buscador, a fallar en todos sus pronósticos.

6 años mas tarde a la luz de los enormes «progresos» en la IA esta tendencia se revertió, aunque hay muchas dudas acerca de la capacidad interpretativa de estos modelos vía las epidemias de mala información

Lo retropogresivo

Daniel Innerarity es tajante cuando sostiene en «Esperaba más de la indignación del 15-M«: Tenemos que, paradójicamente, aprender del futuro, ese es nuestro gran desafío. Hay que introducir en nuestras instituciones, empresas, mecanismos… más que reflexión sobre el pasado anticipación del futuro, identificación de las tendencias , para lograr ese desacople de la historia y del presente debemos pasar de lo micro a lo macro y de lo coyuntural al muy largo plazo (retroprogresivamente).

Sin embargo para poder construir el futuro debemos desanclarnos del pasado, consecuentemente necesitamos conocerlo, deconstruirlo, volverlo a armar. Por ello en la Bibliografía Recomendada encontrarán mucho material en esa dirección, interesados por las analogías históricas (hay mucho que investigar en un comparativo 1920/2020); cambiar la idea de Occidente como centro del mundo (China lo fue durante 18 de los últimos 20 siglos) y sobretodo imaginar y reconstruir el latrgo plazo (desde los 8.000 años de historia urbana hasta los 10.000 años del futuro que hipotetiza The clock of the long now)

La nueva guerra fría y cómo entender lo que (nos) está pasando

Estamos viviendo una nueva guerra fria (tecnológica), el espionaje ya no va solo en dirección de secretos militares, armas o tecnologias sino sobretodo en términos de patentes e inventos futuros gracias a los recursos gigantescos que ofrece el gobierno Chino para tentar a los ambiciosos científico norteamericanos y europeos.

Además de una guerra religiosa estamos asistiendo a una guerra memética por los mejores talentos como nos anoticiamos con el Thousand Talents Program creado por el Gobierno chino en 2008 y que llevó al arresto de Charles Lieber director del departamento de Química de Harvard esta semana.

Así las cosas debemos entender mejor el Pulso del mundo como sugerimos a continuación.

Por otra parte convendrá identificar ¿en qué siglo vivimos?, ¿de qué siglos somos herederos? y ¿qué siglos podemos inventar, rompiendo (parcialmente) con el pasado y alumbrando futuros aun no muy claros pero cada vez mas necesarios.

¿Cuál es nuestro siglo?

“Todo está hecho pedazos. La coherencia del mundo se esfumó” John Donne, Anatomy of the world (1611)

Estamos hartos de que nos vendan espejitos de colores tecnológicos. No tanto porque las investigaciones en curso no se asemejan cada vez mas y mejor a la magia, planteándose interrogantes -y resolviéndolos- de una manera que solo podemos asociar a las maravillas sin fin: como construir plásticos a partir de fibras vegetales, o programas de computación que, además de ganarle a campeones de damas, ajedrez o Go, son capaces de soñar con imágenes surrealistas, o frente a una ciencia-ficción que nos ayuda a hacernos preguntas filosóficas de una densidad y creatividad jamás imaginadas (como en Arrival, o Trascendence).

Sino precisamente, porque para poder dimensionar el ADN epistemológico de todas estas innovaciones y su aporte posible (o deseable) para la reinvención de la especie humana (Regenesis: How Synthetic Biology Will Reinvent Nature and Ourselves, Life, 3.0: Being Human in the Age of Artificial Intelligence, A Crack in Creation: Gene Editing and the Unthinkable Power to Control Evolution) debemos “reculer por mieux sauter”, y preguntarnos mas sencillamente ¿en qué siglo estamos viviendo?

No en el siglo del calendario (ya que los siglos se han vuelto elásticos (o cortos) y pueden durar como dijo Hobsbawn 73 años, hablando del soviético entre 1918 y 1991 The Age of Extremes: A History of the World, 1914-1991), sino cual es el siglo de nuestras preocupaciones, de nuestras ambiciones, de nuestras expectativas, y de los costos que estamos dispuestos a pagar (o a hacer que paguen otros) para que el siglo tenga sentido.

Ningún siglo, ni los mas gloriosos (el de Pericles, el Renacimiento, el Iluminismo) vienen sin claroscuros. Cuando para nosotros emergía lo que sería la gloriosa modernidad, John Donne deploraba la muerte del sentido premoderno. Llegados al siglo XXI no hay ni consenso ni certezas. ¿Habrá sido el siglo XX el mejor siglo de la historia? ¿Habrán logrado finalmente el cielo y la tierra juntarse? ¿O por el contrario habrá el XX habrá sido el siglo de los extremos, de la crueldad, el terror y la muerte y como tal el peor del que tengamos noticia?

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No son decenas, sino centenares las obras que han inscripto el siglo XX dentro de un arco de evolución de la humanidad que lo singulariza en lo que tuvo de sublime pero también de apocalíptico. En ese panteón brillan el estudio panorámico de Peter Watson (1424 págs.) Ideas. historia intelectual de la humanidad, Critica, 2008.

Peter Watson, autor de la celebrada Historia intelectual del siglo XX, identifica las tres ideas que, en su opinión, más han influido en la historia de la humanidad: el alma, la invención de Europa y el método científico. Todo está en este libro, desde la conquista del fuego hasta la tecnología punta de nuestros días.

Pero también la conciencia de que el progreso no ha sido constante en el tiempo ni ha afectado -ni afecta- por igual a toda la humanidad. La vida intelectual, que es la dimensión más importante y satisfactoria de nuestra existencia, es cosa frágil, que se quiebra o destruye con gran facilidad.

La obra de Badiou en cambio recupera al siglo XX como intensidad y tragedia justificadas, y en una inesperada apología de un marxismo supuestamente renovado, pero en el fondo profundamente victimario, sigue prefiriendo un siglo XX bárbaro, frente a lo que el ve hoy como un siglo flan, vencido, contrito.

Para Badiou la pasión del siglo XX, no fue en modo alguno la pasión por lo imaginario o las ideologías. Y menos aún una pasión mesiánica. La terrible pasión del siglo XX fue, contra el profetismo del siglo XIX, la pasión de lo real. La cuestión era activar lo Verdadero, aquí y ahora.

En tercer lugar, Sloterdijk desde una posición mas tercerista sostiene que el siglo XX no fue ni el fin de la historia, ni debe ser repetido como laboratorio de la creación de un hombre nuevo, aunque para crearlos deberían morir miles o millones de los viejos, sino que se plantea como realización de los sueños de la Edad Moderna sin haberlos interpretado correctamente, del siglo XXI puede decirse que ha de comenzar con una nueva interpretación de los sueños.

Ningún concepto aislado o preconcebido en ese siglo, desde «era atómica» hasta «globalización», responde a la cuestión que plantea el título: ¿Qué sucedió en el siglo XX? Y una mera cronología de acontecimientos o de ideas tampoco abarcaría cabalmente el significado de este siglo para la posteridad.

Por eso, Sloterdijk expone la necesidad de renovar completamente nuestra forma de proceder en todos los campos, desde la economía hasta la filosofía, y atribuye una posición central al tesoro, es decir, a la naturaleza, la nave espacial Tierra aludiendo la metáfora de Buckminster Fuller, contra el extremismo que caracterizó el siglo pasado.

Ya sea que afinemos nuestras preguntas según estos estiletes, que bauticemos al siglo XXI como continuación o superación (para otros, involución) respecto del siglo XX, sobran los adjetivos que tratan de calificarlo: la era del vértigo, la era de la nada, la era del asombro, la era de la curiosidad, la era de la incertidumbre, la era de todas las eras.

Lo que no podemos ignorar es la inmensidad capacidad de construcción (la de destrucción ya la comprobamos en las dos guerras mundiales y en los interminables conflictos regionales, hoy con el de Siria a la cabeza) y creación humanas, que tiene su encarnación en la re-invención de Shanghai (y hoy en la construcción de dos hospitales con 2600 camas en 10 días)

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Pero si algo singulariza fenomenológicamente nuestro pasar histórico es la aceleración tecnológica, la ruptura con la linealidad anterior, la promesa (y muchas veces el cumplimiento) de diferenciales inimaginables hace pocas décadas atrás. Y si aun distamos años luz de la singularidad no es menos llamativo todo lo que hemos conseguido como puede atisbarse en procesos exponenciales como estos

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Ratones generados a partir de células madres y no de fertilizacion convencional

Cyborgs como Neil Harbisson, que no ven sino que escuchan colores y prometen nuevos sentidos.

Centenares de drones que dibujan imágenes en el espacio, revelan espacios y tiempos inaccesible sa los sentidos tradicionales, modificando nuestra autopercepción, permitiendo un geoposicionamiento personalizado de consecuencias inimaginables.

El automatismo de una época como el Antropoceno, dándole a la razón humana técnica un lugar de privilegio en el reformateo de la corretea terrestre y de las dinámicas asociadas al comportamiento de Gaia.

La promesas de la Singularidad para no mas allá del año 2050 cuando el hombre se volvería inmortal como anticipó una histórica tapa de la revista Time.

La obligatoriedad de remozar todas nuestras herramientas conceptuales y de empezar a tematizar a los hiperobjetos con tu quintuple cualidad de viscosos, derretidos, no-locales, fásicos, interobjetivos.

Pero tampoco se trata de pensar mejor en un mundo que se ha salido de sus goznes. Podemos sumergirnos y leer a Timothy Morton con unción (y de paso detectar unas cuantas contradicciones en sus propuestas) para vernos abofeteados por un montaje que armó la tapa de la revista Time en Junio de 2018.

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y nos devolvió a una realidad dura, incomoda, absurda que transparente y lastima no solo que todo lo sólido se disuelve en el aire, sino que por mas que encontremos nuevos conceptos para pensar/diseñar nuestro presente, éste se presenta como profundamente lacerado e inequitativo.

Continuará.

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