De la lectura cercana de textos individuales a la lectura distante de millones de textos. (Morettiana)
1. ¿Porqué/Para qué leemos?
¿Porqué leemos? Queremos decir, los lectores impenitentes, ¿porqué leemos? ¿Porque es útil? ¿Para volvernos más cultos? ¿Más inteligentes? No, señor. Leemos por placer. Leer es un placer sensual. Leer nos causa tanta felicidad que seguiríamos regocijándonos con nuestras páginas favoritas aunque tuviéramos que volver a la arcilla sumeria
El texto bien tejido es una forma de la felicidad. Leemos y releemos porque nos empujan hasta los mismísimos límites de la conciencia humana
Leemos porque nos atraviesan el alma y el cuerpo no sólo con las emociones que anhelamos u odiamos, sino también con aquellas que no sabíamos que podíamos sentir.
Leer es útil. Muy útil. Ayuda a entender el mundo y la vida. Nos puede conseguir un mejor empleo y a salir de una crisis; al menos, a sobrellevarla. Leer nos forma y nos informa, nos brinda argumentos, nos abre los ojos, nos procura perspectiva, nos libera del demagogo. Pero, sobre todo y antes que ninguna otra cosa, leer es una dicha. Se vive más y mejor gracias a la lectura, porque leer es ampliar la conciencia.
Un libro no esta hecho para los lectores, ni siquiera esta hecho para su autor, no esta hecho para nadie. Esta hecho para ser. No somos nosotros en los libros lo que nos lleva a juzgar que los libros son buenos, es el talento. No es queramos parecernos a los personajes, a las ideas. Queremos parecernos al talento.
«Somos de la misma sustancia que los sueños/
y nuestra breve vida/ culmina en un dormir»
La literatura no está compuesta de ideas, sino de hechos observados de una manera tan personal que se crea un encanto intelectual que los lectores encandilados siguen. Lo que hace que una frase de literatura escrita o leida, sea diferente de una frase de cualquier otro ámbito de lo escrito es esa vibración, que nace de su propia impureza. Cuando se ha leído mucho se lee por amor. Hemos perdido inocencia y también ignorancia.
Estas observacioens de Ariel Torres en homenaje a la Feria del libro son semejantes a las que encontramos en innumerables libros y referencias que nos acercan a esta problemática y a ellos remitimos para su profundización.
2. Las “Digital Humanities» en perspectiva: de Lumiere/Melies a Griffith/Eisenstein
Aunque tardamos mucho en darnos cuenta la investigación esta cada vez mas mediada por las tecnologías digitales al punto de que hay quienes sostienen que estamos viviendo el fin de la ciencia clásica (en las duras y mucho mas en las blandas) y de toda teoría.
Aunque depende de cada disciplina y de agendas de investigación multivaridas, es casi imposible encontrarnos con un académico que no recurra en su tarea a la computadora, internet, los programas y los métodos de análisis propios de la digitalización. sin olvidar la omnipresencia de la ubicuidad del e-mail, las búsquedas en Google y las bases de datos bibliográficas (para no hablar de bibliotecas completas enteras digitalizadas)-
Las humanidades digitales no nacieron ayer sino que tienen una larga historia que se inició hace muchas décadas atrás como computación en las humanidades, con el rol de la tecnología de mero soporte técnico a favor de los verdaderos eruditos académicos que llevaban adelante los proyectos sustantivos.
En estas humanidades digitales 1.0 el trabajo era cuantitativo, se aprovechaba el poder de búsqueda y recuperación de la información de las bases de datos, la automatización de corpus lingüísticos, convirtiendo los stacks de hypercard en elementos de critica -como anticipó Carlos Scolari en su mítico Hyperlibro.
La segunda ola fue cualitativa, interpretativa, experiencial, emotiva y generativa. Utilizaba las herramientas digitales al servicio de las fortalezas de lo digital para dar cuenta de la complejidad, la especificidad del medium, el contexto histórico, la profundidad analítica, la crítica y la interpretación
Las humanidades 1.0 se centraban en el análisis de textos (como los sistemas de clasificación, mark-up, codificación de texto y ediciones académicas en las disciplinas consagradas), las Humanidades Digitales 2.0 introdujeron nuevos paradigmas disciplinarios, campos de conocimiento convergentes, metodología híbridas y nuevos modelos de publicación que todavía hoy nos suenan muy extraños
Mientras que las humanidades digitales 1.0 construyeron la infraestructura con el armado de repositorios hoy canónicos (empezando por los del padre Busa) las 2.0 extendieron sus propuestas sobre contenidos digitales nativos tales como literatura electronica (e-lit), ficción interactive (IF), o artefactos web.
Y si bien hay mucho que aprender aun de esas dos fases preliminares del humanismo digital (lo que estamos haciendo a marcha forzada este primer cuatrimestre en Datos) simultáneamente debemos avanzar en lo que seria la tercera ola de las Humanidades Digitales que es tratar de cernir la especificidad del medio computacional (tal como quedo testimoniado en la Biblia de esta propuesta que es Inventing the medium de Janet Murray).
Está operando The computational turn y aqui tenemos un bouquet de papers de primera calidad en sintonía con las Humanidades Digitales 3.0 que ya anunciaban en el año 2010 como venía esta nueva mano. Porque de lo que se trata ahora no es tanto de pontificar acerca del poder computacional para hacer humanidades digitales sino de comprobar en casos concretos y mediante ejemplos contundentes como los cambios (digitales) mediáticos tienen consecuencias y reverberaciones epistémicas y viceversa.
3 Máquinas no-humanas de lectoescritura.
Como ejemplos regios de esta tendencia tenemos las obras de Lev Manovich y de Franco Moretti a las que acudiremos innumerables veces a lo largo de la cursada. En el siguiente apartado mencionaremos algunos rasgos sustantivos de su enfoque, asi como las criticas que suelen pretender invalidar su enfoque.
Cada día se publican mas libros (y no estamos hablando de los clones digitales, ni de las publicaciones emanadas de los catálogos vistosos y aprobados que tienen su paroxismo en Printed Matter y que tuvieron su show recientemente en Libros Mutantes en la Casa Encendida de Madrid), estamos hablando de las publicaciones a secas, que ya superan como novedades en los idiomas conocidos los millones anuales.
Pero mientras “Ars longa,” “vita brevis.” El arte trasciende la vida humana de una o mil generaciones, y con la velocidad de publicación actual en crecimiento imparable, la duda acerca de qué haremos con todos estos libros que se publican a anualmente está mas presente que nunca.
Franco Moretti, uno de de los arquitrabes de la cursada 2013 de Humanidades Digitales tiene la solución, se trata lisa y llanamente de que no los leamos. Moretti no nos está tomando el pelo, y como director y fundador del Stanford Literary Lab, habiendo publicado ya 4 panfletos dedicados a averiguar si las computadoras pueden reconocer géneros literarios, o si se puede usar la teoría de las redes para entender los argumentos y cosas por el estilo, sabemos que habla y trabaja en serio.
La misión del Lit Lab es afrontar problemas literarios recurriendo a medios científicos: testear hipótesis, hacer modelos computacionales y análisis cuantitativos. De ello se ocupan (en su forma mas básica) las humanidades digitales (aunque después de 10 años de HD normales ya hay muchos que descreen del valor de la criatura ver Daniel Allington The managerial humanities; or, Why the digital humanities don’t exist .
De las muchas iniciativas que hay en este territorio hoy ya controversial, nadie hay mas arriesgado que Franco Moretti, quien insiste en que es posible entender la literatura sin estudiar los textos concretos, sino amasando grandes cantidades de datos.
Mientras que la crítica literaria se regocija en el análisis de los mejores ejemplares del canon, ¿200 libros por siglo a lo sumo?, ¿qué nos dice eso acerca de la temperatura literaria de una época, cuando se publicaron mas de 60.000 novelas en la Inglaterra del siglo XIX, y muchas mas en los dos siglos mas recientes? Jugando con la paradoja, para entender la literatura insiste Moretti, lo mejor que podemos hacer es dejar de leer literatura.
Los ejemplos de los dos primeros panfletos consistieron en alimentar con 30 novelas identificadas por género a dos programas y pedirles que identificaran 6 novelas y las clasificaran en las categorías disponibles, ya sea utilizando señales semánticas o frecuencias verbales. En el segundo ejemplo se trató de identificar los aspectos escondidos de los argumentos (especialmente en Hamlet y en Macbeth) transformándolos en redes. Los personajes se convierten en nodos y sus intercambios verbales en conexiones. Al hacerlo los argumentos se simplifican, pero Moretti insiste que al mismo tiempo se iluminan nuevas regiones, y es posible hacerse preguntas como ¿qué pasa en Hamlet si eliminamos a Horacio?
A pesar de los enormes costos computacionales y cognitivos que insumió esta tarea los resultados generalmente son o previsibles o irrelevantes. Como dijo Kathryn Schultz en What Is Distant Reading? estos análisis no son ni poderosos, ni distantes. Después de todo Moretti hizo los esquemas de Hamlet a mano. Y aunque se agradece la honestidad, muchos críticos lamentan que Moretti sostenga a rajatabla, convencido y alegremente, que el análisis literario convencional es una teología secular.
Evidentemente Moretti es un adelantado y y precursor y funge como varios grandes reinventores de la biología al cumplir sus funciones diversificadas en forma arriesgada y combinada, emergiendo como un Lineo de la literatura (al convertir los datos de la práctica literaria en una taxonomía), un Vesalio (al mostrar su esqueleto), un Galileo (revelando y reordenando el universo de los libros) y como un Darwin buscando (lo que es su objetivo mas ambicioso) las leyes de la evolución literaria (si las hay).
La principal objeción que se le hace a su metodología es que no está estudiando ciencia y que la literatura al ser un universo artificial no obedece a las leyes de la naturaleza (¿para qué buscarlas entonces donde no las encontremos?). Que la literatura evoluciona como los seres vivientes es una metáfora que viola un principio fundamental: los libros son el resultado del diseño inteligente.
Si a Moretti no le interesan las obras individuales (como a un científico no le interesa el comportamiento de tal muestra de tejido o de una criatura en particular) es porque postula una teoría unificada del argumento y el estilo … como si éstas existieran. Porque ya sea creer que la literatura es un sistema, o que se puede entenderla agotando su totalidad, para estos críticos (que los hay muchos y sofisticados en sus análisis), lo de Moretti sería también una teología, aunque de sentido inverso al abonado por la critica convencional. Después de todo hay antecedentes de este teología cuantitativa en el siglo XIX con la estadística, y mas recientemente con la teoría de las redes y ya vendrán otros sueños numéricos.
Pero tampoco exageremos con la critica porque volver a la carga con que todos los elementos de un sistema son únicos y no intercambiables y que por ello las obras literarias son tan inasibles como el alma humana, es caer nuevamente en otro tipo de fetichismo, el de lo concreto.
Tal vez la coartada mas interesante es imaginar una convivencia de lecturas densas profundas y cercanas con otras distantes, lejanas y macroscópicas. No se trata de apostar a esto o lo otro (es decir a esto contra lo otro) sino de (varelianamente) combinar y valorar mutuamente esto y lo otro. Con milenios de dedicación a la exégesis a neustars espaldas, podríamos apostar un poco mas ambiciosa y duraderamente a la Big Data (que recién empieza) ya que seguramente podrá generar una heurística automatizada con mucho nuevo por sopesar, descubrir y apropiar. Como estas primeras propuestas de Stephen Wolfram lo dejan mas que claro ‘People Are More Predictable than Particles‘.
Morettianos, Manovichianos y Wolfriamos del mundo, uníos (que nosotros estaremos de vuestro lado)
4. Hiperlecturas e hiperconocimiento. (por Valentín Muro)
Adaptación libre de una nota publicada originalmente en el Scientific American
Por último cerramos el teórico con observaciones que nos fueran arrimadas por Valentín Muro y que revisitan algunos de los temas tratados en el segundo teorico acerca de la neurofisiología de la lectura. Ya sea en la coescritura de esta sección, como en el caracter circular del recorrido conceptual de la materia, pero también en la forma como semana a semana se van inventando los artefactos que confirmaran la riqueza o no de nuestras distinciones, en un va y viene interminable.
Es impresionante cómo nos afecta la textura del papel, de qué manera guardamos lo que leemos. Por ejemplo, solemos recordar partes de lectura de la misma manera que relacionamos accidentes geográficos con los mapas. El papel afecta por cuánto tiempo recordamos lo leído, qué tan fácil nos es mantener la atención en la lectura y otras cuestiones más.
De todas formas, tomar partido resulta contraproducente. Leer en papel no es mejor ni es peor que leer en pantalla: es diferente. Son dos procesos distintos.
¿Recuerdan este video?
Ese pintoresco video surgido hace dos años muestra a una nena que trata de «pellizcar» el papel de una revista como si fuera un iPad. La nena ya tiene 3 años y medio y ahora no interactúa con revistas como si fueran pantallas táctiles. Es simplemente equivocado decir que las revistas de papel son inútiles y que los «nativos digitales» no pueden entenderlas. Los niños que jamás hayan usado un iPad o un ereader igual van a pasar sus dedos por el papel como si fuera una pantalla táctil. El motivo de esto es simple: los bebés tocan todo. De esa forma aprenden a pasos agigantados acerca del mundo que los rodea. Si vamos al caso, los bebés hasta van a tratar de comerse los libros, y no es por haber usado un nuevo iPad con sabor.
La pregunta interesante es de qué manera la tecnología que usamos para leer afecta a la forma en que leemos. ¡Y hay varias respuestas!
¿Debemos preocuparnos por la división de nuestra lectura entre tinta y píxeles o es un asunto irrelevante?
Hasta el’ ’92 los estudios concluían que leemos más lento, con menor precisión y con menor comprensión en la pantalla que en el papel. Pero otros estudios que siguieron se fueron contradiciendo: no encontraban mayores diferencias entre papel y pantalla. La mayoría de la gente prefiere el papel para leer, pero esto puede ir cambiando a medida que mejoran los ereaders y tablets. De hecho, en EEUU los ebooks representan el 15 a 20% de ventas anuales de libros.
Leer en pantalla requiere de mayor esfuerzo cognitivo que leer en papel
Esto dificulta nuestra capacidad para recordar lo leído. La falta de una experiencia táctil (que ofrece el papel) afecta la intuitividad con la que recorremos el texto. No es menor nuestro prejuicio: nos acercamos al texto en pantalla de diferente forma que frente al texto en papel.
«Hay fisicalidad en la lectura,» dice la científica cognitiva Maryanne Wolf de la Universidad de Tufts, «quizás hasta más que lo quisieramos pensar cuando nos metemos en la lectura digital—en tanto hacemos muchos avances sin mucha reflexión. Quisiera preservar lo mejor de las formas antiguas, pero saber cuando usar las nuevas.»
Para entender cómo es que leer en papel es distinto que en pantalla hay que entender cómo es que el cerebro interpreta el lenguaje escrito. Solemos tomar a la lectura como una actividad cerebral meramente abstracta, pero para el cerebro lo escrito es parte del mundo físico. El texto para nuestros cerebros es una parte tangible del mundo físico en el que vivimos. Básicamente porque no tiene otra forma de tomarlo. Wolf explica en «Proust and the Squid» que no tenemos circuitos cerebrales dedicados a la lectura: después de todo hace muy poco que inventamos la escritura. Por eso el cerebro improvisa un circuito mezclando otras regiones de tejido neural, y en particular, involucra los circuitos de las habilidades del lenguaje hablado, coordinación motora y visión.
Hay lindos ejemplos históricos: las primeras formas de escritura emulaban las formas de los objetos que representaban. Por ejemplo, la escritura cuneiforme sumeria. Y en el alfabeto moderno, la C como una luna Creciente.
El cerebro literalmente recorre mentalmente los movimientos de la escritura cuando leemos, aunque las manos estén vacías. Nuestros amigos, los científicos, se preguntaron si cambian según la cultura los circuitos neurales para la lectura, y encontraron que los factores culturales afectan muy ligeramente a esos circuitos, que a grandes rasgos funcionan igual en todos.
¿Nunca pensaron en un texto como un paisaje? Bueno, de hecho, parecería ser que es así como lo pensaron, aunque no lo supieran. Cuando leemos hacemos una representación mental del texto, en la que el significado queda anclado en la estructura. No está claro por qué, pero estos mapas mentales del texto son análogos a los que hacemos del terreno (montañas, caminos) o mismo edificios. En estudios la gente cuenta que cuando tratan de ubicar algún fragmento de texto, recuerdan en qué parte (fisicamente) aparece. Por ejemplo, te acordás de que Harry es elegido para Gryffindor en la esquina inferior izquierda del libro en esa página.
Aquí es donde nos preguntamos por la lectura digital: ¿Hacemos esa representación física cuando el libro corre como un ‘río’ de datos?
Los libros físicos tienen una topografía más obvia que el libro en pantalla: página izquierda y página derecha, 8 esquinas con las que orientarse, El lector se enfoca en una sola página sin perder perspectiva del texto entero. Uno hasta puede sentir el grosor del libro y sentir cuánto ha leído y cuánto falta. Pasar una página es como dejar una huella en el camino. Estas características físicas no sólo hacen al libro fácilmente navegable, sino que facilitan formar un mapa mental coherente del texto. A diferencia del libro en papel, las pantallas interfieren con la navegación intuitiva y el mapeo mental del recorrido en sus mentes. Imaginen que Google Maps dejara navegar cada calle o teletransportarse a otro lado, pero no permitiera alejar y ver todo en perspectiva. Aunque los ereaders recreen la paginación, la pantalla siempre muestra una sola página virtual: está ahí y luego desaparece. En vez de recorrer el camino uno mismo, las rocas, árboles y plantas van pasándonos sin rastro de lo que vino o lo que viene.
Y esto es así: sólo cuando comenzás a usar ebooks es que empezás a extrañar estas sensaciones, como dice A. Sellen
En enero de este año, hicieron un estudio con 72 chicos noruegos. Les dieron dos textos de 1500 palabras cada uno. La mitad leyó los textos en pantalla y la otra mitad en papel. Luego, les hicieron preguntas multiple choice o de respuesta corta. Encontraron que los que usaban pantalla no tenían de la ventaja de navegar rápidamente el texto, cambiando de páginas como en papel. Y acá está el asunto de por qué nos requiere más esfuerzo mental la lectura en pantalla: el papel nos alivia el trabajo. El poder encontrar el principio, el fin y todo lo que está en el medio del texto, en relación con nuestro ‘camino’ facilita la lectura. Esta relación con el texto en tanto narración y su correlación con lo físico nos deja más capacidad para la comprensión del texto en sí. Si no existieran más que las pantallas, inventar los libros en papel sería una genial idea.
Otra encuesta se mete con dos asuntos más de la navegación de textos: la serendipia y la sensación de control. Una serendipia es un descubrimiento afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. La gente disfruta volver en el texto cuando leen algo que les recuerda a una parte anterior, por ejemplo, o también revisar qué viene. La gente también disfruta de tener el mayor control posible sobre el texto: resaltar con tinta química, escribir en el márgen, etcétera. Por estos motivos, y porque alejarse de las pantallas mejora nuestra concentración, es que la gente decide volverse a los libros.Habrán escuchado a más de uno decir que cuando realmente quiere meterse en un texto, lo lee en papel.
También están los que hablan del olor del libro. Casi todos tenemos un catálogo de experiencias sensoriales relacionadas con la lectura. Otro asunto, relacionado con el grosor, es el peso de los libros. Nos referimos a los libros como pesados como livianos según sus páginas. Pero un libro en formato digital tiene longitud, pero no forma, peso o grosor. Estas diferencias de formato entre ebook y libro papel generan una «disonancia háptica» que disuade a posibles lectores del formato digital. La disonancia háptica es la diferencia de expectativa respecto del tacto que genera un libro versus un ebook.
¿Y qué pasa con la lectura exhaustiva? Todos los que pertenecemos a la Academia nos topamos con este problema. Aunque muchos estudios concluyen que la lectura en papel ayuda a comprender más profundamente los textos que en pantalla, la diferencia es pequeña. Los experimentos sugieren que se debe considerar no sólo a la comprensión inmediata, sino también a la memoria de largo plazo. En un estudio de 2003 a 50 estudiantes británicos les dieron un PDF y un texto en papel (en librito espiralado). Después de 20 minutos les hicieron un test de multiple choice. Les fue bien a todos más allá del medio pero no recordaban de la misma forma. Los psicólogos distinguen entre recordar algo y saber algo. Recordar algo es poder recuperar información con detalles contextuales como dónde, cuándo y cómo uno aprendió algo. Saber algo es la sensación de que algo es verdadero sin recordar cómo uno aprendió esa información. Por lo general, recordar es más débil que saber, y debe ser convertido en un «saber» para conservarse. Cuando los estudiantes leyeron en el monitor dependían más del recordar que del saber, mientras que los del papel dependían igual de ambos. Los encuestadores creen que los que usaron papel aprendieron el material más profundamente y más rápidamente. La diferencia que observaban es que los del papel no tenían que buscar la respuesta en su memoria: simplemente la sabían.
Respecto de la ‘carga cognitiva’ de leer en pantallas: si la pantalla refleja la luz, es más información que el cerebro debe procesar. Si la pantalla tiene baja frecuencia (CRTs), pocos PPI, mucho brillo, también afecta negativamente. Es por estas cuestiones que optamos por la tinta electrónica. Tan mal hace la lectura en pantallas (no tinta electrónica) que la Asociación de Optometría de EEUU lo hizo síndrome (Síndrome de vista de computadora). La pantalla, por todo lo que comentamos, nos cansa y nos estresa más. Eso es lo que afecta nuestro rendimiento cognitivo.
En este experimento buscaron probar eso. Las personas respondían en papel o en computadora y cambió su desempeño. Por ejemplo, yo para leer en la tablet apago las conexiones: siempre está Facebook diciéndome «hey, a qué no sabés quién paseó al perro!» Si durante la lectura aparece una notificación, un pop up, o cualquier otra distracción, disminuye nuestra ‘memoria de trabajo’, que refiere a las estructuras y procesos mentales usados para el almacenamiento temporal de información. El acto de ‘scrollear’ o desplazarnos en el texto afecta a nuestra memoria de trabajo. Exige más recursos que pasar de página o hacer clic. Más allá de los efectos reales de la lectura en papel vs en pantalla, mucho tiene que ver nuestra actitud frente a ambos formatos. Muchas personas sin darse cuenta toman a la lectura en pantalla como algo ‘menos serio’ que la lectura en papel.
Un estudio de 2005 revisó cómo era este acercamiento de las personas al texto. Concluyeron que en la pantalla las personas tomaban muchos atajos, pasaban más tiempo buscando palabras clave que los que leían en papel. Aquellos que leían en papel tendieron a leer los textos una sola vez y de corrido. En la lectura en pantalla, la gente tiende menos a involucrarse en la ‘regulación metacognitiva del aprendizaje’, que implica establecer objetivos de lectura, releer secciones complicadas y revisar lo aprendido. En este otro experimento (Israel, 2011) a la mitad de voluntarios le dieron 7 minutos para leer un texto, el resto era libre de tomarse su tiempo. Entre los que tenían sólo 7 minutos tuvieron igual desempeño los que usaron pantalla y los que usaron papel. Entre los voluntarios que tuvieron tiempo libre, aquellos que leyeron en papel tuvieron desempeño de un 10% mayor que el resto. Los estudiantes que usaban papel se acercaron a la lectura de forma más estudiosa, dirigiendo mejor su atención y su memoria. Esto nos inclina a pensar que las diferencias entre la lectura en papel y en pantalla se achicarán a medida que las predisposiciones cambien.
Quizás la nena de 3 años que jugaba con el iPad no tenga los prejuicios frente a las pantallas que nosotros tenemos. Bien podría suceder que los que ahora son niños y crecen entre lectores digitales no tengan tanto sesgo en contra de la lectura en pantalla.
«Otro fenómeno con los ebooks, es que uno piensa en ‘usar un ebooks’ y no en ‘tener un ebook'», dice Abigail Sellen de Microsoft Research.
Lo que se discute ahora sobre los libros digitales y los libros en papel ¿no les recuerda a lo que la gente decía de la música digital?
A pesar de lo creído en un principio, la gente organiza sus colecciones de discos y comparte de manera análoga a la forma física. Quizás el experimento de Amazon para ‘prestar libros’ con el Kindle ayude a reducir esta resistencia que tenemos. El punto más atractivo del artículo que les estuve comentando es: ¿Por qué nos esforzamos por replicar esa experiencia que nos da el papel? ¿Por qué no quedarnos con el papel y evolucionar nuestras tecnologías de lectura en pantalla en algo completamente nuevo? Y se me vienen a la mente inmediatamente las propuestas de IDEO para el «Futuro del Libro» que pueden ver a continuación:
Las pantallas ofrecen experiencias que el papel obviamente no ofrece. Scrollear texto quizás no sea lo mejor para leer «El Señor de los Anillos», pero funciona bastante bien para leer el diario, por ejemplo. Muchos medios bien despiertos trabajaron en nuevas propuestas de lectura enriquecidos por el scrolling. Entonces ese ‘esfuerzo cognitivo’ que comenté acerca de la lectura de libros de forma continua se disipa en una nueva experiencia, distinta.
No hace falta quemar libros ni tablets. Mucho ya se gana sólo con considerar las ventajas, desventajas y especificidades de cada formato.
Referencias
Batuman, Elif Adventures of a Man of Scienc Moretti in California
Interchange: The Promise of Digital History Vol. 95 No. 2 (Sept. 2008)
Moretti, Franco Conjecturas sobre la literature mundial New Left Review 1, January-February 2000
Manguel, Alberto Una historia de la lectura. Madrid, Alianza Editorial, 1998.
Olson, David. El mundo sobre el papel. Barcelona, Gedisa, 1999.
Ong, Walter J. Oralidad y escritura. La tecnologización de la palabra. México, FCE, 1987.
Comentarios
Fátima Cañavera Ferlaino
Esta materia es como la famosa anécdota de los europeos llegando a las Indias Occidentales… Cuesta entender lo que plantean porque no está dentro de los esquemas que manejamos… Es difícil hablar de algo que me cuesta pensar…. es como cuando uno empieza a leer partituras, al principio te duele la cabeza y parece que hubiera una pared entre uno y el sentido del otro lado.
De lo que puedo apreciar de la clase:
No todo sirve siempre para las mismas ocasiones, depende de nuestras necesidades. Lo que está bueno es saber que contamos con estas herramientas que nos permiten crear otro tipo de necesidades que no sean tanto de consumo sino de preguntar cosas diferentes y pensar y hacer a partir de ello.
Por ejemplo, el tema de la lectura desde la pantalla o el papel es otra de las cuestiones que dejan ver lo resistente que son nuestros hábitos al cambio. Me animaría a decir que habla de lo materialistas que somos, en el sentido que se afirma mucho más un apunte subrayado con lapicera que uno resaltado en la pantalla de la compu con nuestro propio tacto. ¿Estamos hablando de los cuerpos y mentes del futuro? ¿de ser cuerpos y mentes cada vez más sutiles?
Vanina
En relación a la propuesta de este teórico me parece interesante compartir este artículo, de hace algún tiempo, que de algún modo trata la misma temática. Es de Francisco Javier Albarello, doctor en comunicación social.
http://www.puntobiz.com.ar/noticia/articulo/71816/Los_cambios_en_la_lectura_por_las_nuevas_tecnologias.html
El sitio informativo en el que está publicado este artículo se llama «PUNTO BIZ» , un emprendimiento impulsado por emprendedores y periodistas de Rosario.
santiago ambrogi
no comprendi lo de «La literatura no está compuesta de ideas, sino de hechos observados de una manera tan personal que se crea un encanto intelectual que los lectores encandilados siguen.», me habia sonado a una especie de determinismo desde arriba pero cuando lo leo aca interpreto una perspectiva dialoguista entre emisor y receptor (autor y lector)
Agustina Rueda COM 14 (Miércoles de 19 a 21 h)
Acerca del comentario final sobre las tabletas o E-Books y los libros de papel, donde se hace mención de que se gana apenas con considerar las ventajas, desventajas y especificidades de cada formato, me pareció relevante el siguiente video. Creo que es atractiva la forma en que invierte el discurso actual sobre las nuevas tecnologías y lo vuelca hacia las viejas. http://www.youtube.com/watch?v=c1gWZBBNnyw
Laura Verdile - Comisión 11
La semana pasada en la Feria del Libro hubo una charla organizada por la Fundación Gutenberg, «Cambios y continuidades en la forma de hacer libros». Entre algunos de sus planteos, se habló de la influencia y las ventajas de las herramientas web y los desarrollos tecnológicos en el mercado editorial. También se hizo una mención a las tablets y a los e books y uno de los expositores comentó que para él a pesar de sus múltiples ventajas en algunos sentidos, las tablets no implican un valor agregado real, ya que almacenan muchísimos más libros de los que una persona puede llegar a leer en su vida. Yo creo que a pesar de los intentos, la experiencia con el libro como objeto no puede ser reproducida en una pantalla y que en caso de ocurrir en el futuro un reemplazo de los ebooks por los libros, sería una pérdida más que una ganancia.
Angel Toledo , comisión 11
Mi experiencia personal me ratifica que leer ante una pantalla lleva mucha más concentración que leer papel, estamos acostumbrados a sentarnos frente a una pantalla para relajarnos, distraernos o jugar, y no para seguir atentamente un texto. Es mi opinión, también comprendo que en estos últimos años me cuesta mucho la lectura, no se puede leer mucho más de un rato sin que algo nos distraiga. estamos hipersensibles o hiperexaltados all the time
Diana Arenas - Comisión 13 (miercoles 17-19hs)
En la clase se trató el por qué leemos menos que antes o como cambian los hábitos de lectura. Como el cerebro toma la escritura como algo físico. Diferentes puntos de vista acerca de lectura digital o impresa. Aveces necesitamos un manejo de gran cantidad de datos y aveces tener el papel para leer. Un comentario a este teórico me parecería plantear este tema, no? de las necesidades de cada uno en un momento determinado, dependiendo del fin que busquemos. En mi caso, por ejemplo, para estudiar se me hace imposible hacerlo a través de una computadora. Necesito imprimir, tocar, leer, marcar. Mis hermanos más pequeños que forman parte de otra generación no tienen problemas en estudiar mapas, resumenes, etc. para la escuela.
Alfaro, Agustina
El teórico se trató acerca de ¿por qué ya no leemos «como antes»? y de las nuevas formas de lectura.
Diferencia entre «cercano» y «lejano» en la lectura. Cercano como profundo contenido, dedicado, concentrado. Lejano en el sentido de que la unidad de lectura no es un libro o un texto sino herramientas como Ngrams por ejemplo.
¿Por qué y para qué leemos? por necesidad cultural, placer. » leemos y releemos porque nos empujan hasta los mismismos límites de la conciencia humana» «Leer te informa y te forma, te brinda argumentos, te abre los ojos, te procura perspectiva, te libera del demagogo. Pero sobre todo y antes que ninguna otra cosa, leer es una dicha.»
¿Se ve amenazado el libro por las humanidades digitales? Está es la especularización principal de la materia en este cuatrimestre.
Nahuel Correa comisión 16
Coincido con algunos compañeros, me resulta muy difícil sentarme a leer en una pantalla, me lloran los ojos a los pocos minutos. Muy interesante el teórico igualmente
Agustina Valtorta comision 16
Tratamos el tema de como cambiaron los hábitos de lectura y los modos en que lo hicieron. Coincido en lo comentado de que es una cuestión de necesidades de cada momento, aunque hoy por hoy es casi inevitable el hecho de cambiar los modos de lectura. La oferta de modos de lectura es extremadamente amplia y todos indirectamente estamos inversos en las nuevas formas de lectura, o por lo menos en algunas de ellas.
Mariana Jaulin - Comisión 11
Cuando comparamos las «viejas» y nuevas tecnologías tendemos a pensar en oposiciones: analógico/digital, cercano/distante, individual/colectivo.
Sin embargo, les dejo un ejemplo para ver cómo lo «viejo» puede también compartir las características de las nuevas tecnologías. http://www.trotalibros.com/
Marilena Alé Comisión 16
Con las nuevas tecnologías, las diferentes maneras de conocer el mundo se van transformando y en el caso del hábito de la lectura, va tomando nuevas formas dado que todo el tiempo estamos leyendo, para poder pensar necesitamos de la lectura.
Marietta Beach
La semana pasada asistí al Congreso de la Asociación Americana de Estudios Itialianos ( AAIS ) invitado a participar en una serie de mesas sobre humanidades digitales, dedicadas en particular a la lectura digital. Las mesas, que terminaron siendo dos, giraron en realidad –y de manera un tanto predecible- más bien sobre las transformaciones y los retos de las humanidades digitales. En la sesión donde me tocó participar, Ombretta Frau de Mount Holyoke College y Cristina Gragnani, de Temple University, presentaron “Crafting In-visiblewomen.org: From Local to Global”, que tuvo la cualidad de ser el mismo invisible, pues no mostraron el sito en construcción debido a las dificultades que han tenido para recibir apoyo de sus universidad. De hecho, Ombretta y Cristina hablaron de lo complejo que sigue siendo recibir fondos y reconocimiento al trabajo en humanidades digitales, incluso en aquellas instituciones en que se dice apoyar las humanidades digitales.
NATALIA RUOTI COMISIÓN 14
¿Por qué leemos? ¿De qué forma leemos? ¿Por qué ya no leemos como antes? ¿Qué diferencia hay en leer de forma cercana a una forma distante?
En mi opinión se me resulta muy difícil leer frente a un dispositivo digital, mi mente no fluye. Lo mimo me ocurre a la hora de escribir. Esto no se a que se debe.
A pesar de esto me parece que es muy interesante que existan nuevas formas de leer. A su vez esta materia me está brindando un mundo nuevo al que no conocía, sobre nuevas formas de lectura.
Agustina Diana
De la lectura cercana de textos individuales a la lectura distante de millones de textos. Moretti.