La naturalización de casi todo
Como vimos en la sección anterior naturalizamos la historia, solo leemos el presente, imaginamos escenarios tendenciales (las disrupciones como cisnes negros que son, al no ser anticipables no nos dejan imaginar futuros discontinuos) y damos (casi todo) por sentado.
Yendo a contrapelo de Magritte todo es lo que es. Una clase no puede no durar 45 minutos. El ciclo escolar no puede no durar 12 años, una carrera universitaria no puede no durar 5/6 años, un mandato presidencial no puede no durar de 4 a 7 años, una reelección (o muchas) no pueden evitarse, etc etc.
O al menos asi quiere que lo creamos la imaginación instituída (que alguna vez fue instituyente). Como solo vemos productos (en vez de procesos), como solo consumimos lo que otros producen, como estamos tan lejos en el ciclo de la inteligibilidad de ver totalidad, y nos contentamos con la ventanita de oportunidad que nos toca ¿como podríamos suponer que todo tiene un origen, un medio y un fin?, ¿que los agenciamientos institucionales mas sólidos son apenas artefactos construidos por alguien en algún momento determinado por alguna razón acotada? y que -como cerraba magistralmente Michel Foucault su obra maestra Las Palabras y Las Cosas (1966) «el ser humano (las instituciones humanas) desaparecerán como en el límite del mar un rostro de arena«.
Ninguna institución nació terminada de la cabeza de Zeus como surgió Palas Atenea, sino que siempre fueron creaciones humanas. Curiosamente entre los cientistas políticos son muy pocos los que se animan a defender la tesis de la «sociedad artefacto«. Entre este puñado sobresale Roberto Mangabeira Unger , «la sociedad se hace y se imaginó, es decir, un artefacto humano en lugar de la expresión de un orden natural subyacente.» Mangabeira utiliza el concepto de contextos formadores , que son susceptibles de examen y “disentrenchment”
Los contextos formadores son una agrupación institucional ideológico accidental que regula las expectativas normales de rutina y los conflictos sobre la distribución de las características claves de la vida humana. Habiendo entre los humanos capacidades negativas – entendidas como una dimensión de nuestra libertad – indica la voluntad humana activa y la capacidad de trascender un contexto que permite crear entornos institucionales susceptibles a revisión continua -y en ocasioens- profundas.
Mangabeira denuncia los fetichismos estructurales que niegan la posibilidad de cambiar la calidad de los contextos formadores, pero mas específicamente cuestiona al fetichismo institucional que realiza una identificación imaginaria entre los arreglos institucionales (que en gran medida son accidentales) con conceptos abstractos institucionales, tales como la democracia representativa, la economía de mercado o de la sociedad civil libre.
Esas ideas que muchos defienden formalmente como las condiciones sine qua non de la vida democrática solo han sido un conjunto de dispositivos gubernamentales y económicos que, por casualidad, triunfaron en la Europa moderna.
El fin del poder y el fin de las representaciones convencionales del poder
Todo esto viene a cuenta al recordar no solo la crisis de representación del poder sino del poder mismo, que se licúa progresivamente (que raro que Zygmunt Bauman no haya escrito alguna libro sobre el poder liquido) y que como bien nos recuerda Moises Naim en El fin del poder: Empresas que se hunden, militares derrotados, papas que renuncian, y gobiernos impotentes: cómo el poder ya no es lo que era (2015) ya no e slo que era.
El fin del poder ha sido el libro escogido por el Presidente de Facebook para inaugurar su «club de lectura». Mark Zuckeberg comenzó 2015 leyendo la obra de Moisés Naím e invitando a sus 31 millones de amigos a que hicieran lo mismo.
El poder es mas fácil de obtener (muchas veces en forma carambolea e inesperada) pero al mismo cepo es mucho mas difícil de usar y mucho fácil de perderlo, insiste Naim.
Asistimos pues así a una degradación del poder, a victorias electorales cada vez mas estrechas que obligan a pactar y a hibernar en minoría. Nos devanamos los sesos tratando de mostrar que el tetrapartidismo es mejor que el bipartidismo (el mejor/peor ejemplo es España), pero con ello solo sumamos inestabilidad a sistemas que ya lo eran bastante, antes de la emergencia de esos incómodos nuevos actores.
No entendemos que así como después de las grandes extinciones biológicas (cinco hasta ahora como revelan Richard Leakey y Roger Lewin en La sexta extinción: el futuro de la vida y de la humanidad (1997) y Elizabeth Kolbert en La sexta extinción: Una historia nada natural y proliferan nuevas especies biológicas, otro tanto esta ocurriendo en estos días con la crisis terminal de los medios tradicionales (y la emergencia de sus sustitutos digitals o híbridos), ¿porque no debería ocurrir lo mismo con las instituciones? ¿Porque no florecen mil modelos de gobierno posible, si los que tenemos no funcionan como deberían?
No debe ser nada casual que las institucionales sólidas estaba atenazadas en medios no menos sólidos. Podría suceder que democracia y periodismo hayan ido bastante bien de la mano .hasta ayer nomás. Con la perdida de credibilidad de los medios también se socavan las instituciones que supimos creer eternas, en un vaivén molesto y mutuamente destructivo.
Para peor la gente que no cree en los medios tradicionales, confía su vida entera a las redes sociales que se han tomando muy en serio la definición de Eco acerca del lenguaje, una institución hecha para mentir, que solo porque puede hacerlo, por añadidura puede decir la verdad.
Para peor los diarios (con Clarín a la cabeza an Argentina) quieren volver a cobrar por los contenidos digitales, Facebook ha convertido su contenido producido 100% por los usuarios) en un candado eterno, y todo va en dirección de un cierre progresivo de los medios, las instituciones, la cultura de la critica y las conversaciones que importan y sobretodo de la disidencia y el cuestionamiento.
Atmósferas de la Política y democracia orientada a objetos
Es por ello que debemos volver a practicar y fomentar lo abierto, el procomún, el saber ciudadano, el conocimiento distribuido, la descajanegrización, pero no en el sentido de una ontología regional (como pueden ser una profesión, un área, o sector) sino de una ontología general de la política entendida como un artefacto (Bruno Latour que andaba en las mismas preocupaciones hace ya dos décadas atrás se ocupó en detalle de estas posibilidades en Making Things Public: Atmospheres of Democracy (2005)
En este proyecto editorial y curatorial, más de 100 escritores, artistas y filósofos se replanteaban una década atrás ¿qué es la política? En un tiempo de turbulencia política y anticlímax (y hoy el drama es mucho mas intenso y abierto), en esta obra Labour y su consejo de los 100 redefinían a la política como operando en el reino de las cosas. La política no es sólo una arena, una profesión o un sistema, sino una preocupación por las cosas que han sido señaladas a la atención de los fluidos y expansivos miembros del público. Pero, ¿cómo se hacen públicas las cosas?
¿Qué podríamos preguntarnos que es una república, una res publica, una cosa pública, si no sabemos hacer públicas a las cosas? Hay muchas otras clases de asambleas, que no son políticas en el sentido usual, que reúnen a un público alrededor de las cosas: laboratorios científicos, supermercados, iglesias y disputas que involucran recursos naturales como ríos, paisajes y aire.
Los co-autores (entre los cuales están Richard Rorty, Simon Schaffer, Peter Galison, Richard Powers, Lorena Daston, Richard Aczel, y Donna Haraway) de Making Things Public -y el ZKM, se preguntan qué pasaría si la política girara alrededor de las cosas disputadas. En vez de buscar la democracia sólo en el ámbito oficial de la política profesional, examinan las nuevas condiciones atmosféricas –tecnologías, interfaces, plataformas, redes y mediaciones que permiten hacer públicas las cosas. Nos muestran que la vieja definición de la política es demasiado estrecha; Hay muchas técnicas de representación -en política, ciencia y arte- de las cuales los Parlamentos y los Congresos son sólo una parte.
Lo abierto se dice de muchos modo y ha demostrado su potencia paradigmática en ámbitos como la ciencia (open science), la innovación (open innovation) pero todavía quedaba por demostrar su valor estratégico en el caso de la política.
Abrir la política no significa ingenua y reduccionistamente liberar los datos, sino mucho mas ampliamente como insiste Latour -pero lo llevarían a cabo como programas de investigación/acción Beth Noveck y Parag Khanna por distintos derroteros-, directamente cuestionando la naturalización de las instituciones que se ocupan de la política.
Desde ese atalaya no hay nada de la política (la división de poderes, el sufragio como lugar donde se dirime el agon, la delegación del poder de gobernanza en ministros o burocracias estatales) que no pueda ser revisado, cuestionado y sustituido.
Ese poder de reinventar todo que se atribuyó Thomas Paine en su célebre libelo Common Sense (1776) opera en la critica actual de lo politico entendido como instituciones intocables.
Tecnologías de la expertise
Peor eso aquí no hacemos crítica politica sino que nos interesamos por las formas en que la tecnología posee para ayudar a reinventar la política. No nos iteresa tanto el diseño de las experiencias (algo que nos fascina en otros contextos) cuanto el diseño institucional mas ligado al diseño especulativos.
Como bien nos comenta Beth Noveck cada vez más, los desafíos que enfrentamos como sociedades son variados, complejos y trascendentales: enfrentar pandemias; las amenazas del cambio climático y el terrorismo; mejorar la educación; disminuir las tasas de encarcelamiento y delincuencia; reducir la violencia sexual en el hogar; abordar la contaminación nuclear después de desastres parecidos a Fukushima; mejorar el bienestar y la resiliencia de nuestras comunidades; o atender las necesidades de los pobres del mundo que en Argentina ya llega al 32% de la población -y sobre lo que hablo mucho y bien Walter Sosa Escudero en el teórico 6.
Existe una clase emergente de diseñadores, arquitectos y tecnólogos socialmente conscientes que están llevando a cabo una experimentación rápida con la implementación de ideas innovadoras para enfrentar desafíos sociales intratables (malditos). Estos activistas adoptan un modelo centrado en el ciudadano, trabajando con las personas afectadas
Lo que nos falta son los diseñadores institucionales que piensan en cómo rediseñar lo que el presidente norteamericano John Tyler llamó en 1840 «la compleja, pero al mismo tiempo bella, maquinaria de nuestro sistema de gobierno» y los procesos que utiliza para tomar decisiones y resolver problemas
Tenemos que ir más allá de la política pasada de moda y el conteo de votos, para construir la infraestructura de conversaciones que conecta a las personas más diversas y lo que saben, con nuestras instituciones públicas. Necesitamos un gobierno más inteligente.
Las nuevas tecnologías de la experiencia pueden cambiar esta ecuación poniendo de manifiesto nuevos tipos de know-how, lo que a su vez hace posible orientar y hacer coincidir a las personas con las oportunidades adecuadas para participar.
Esta «gobernanza más inteligente» es la clave para transformar genuinamente las instituciones cerradas de gobierno en instituciones abiertas que invitan activamente a la colaboración. La idea central de un gobierno abierto es que las instituciones de gobierno no son tan efectivas o legítimas como podrían serlo porque operan a puertas cerradas. Así, la gran oportunidad para ellos es la transición de un modelo insular a un modelo ecológico del poder, la toma de decisiones y la política de resolución real de problemas.
Lo hecho en el terreno de la ciencia abierta y la innovación organizacional anticipa alguno de los modos, temporalidades, posibilidades y expectativas que deberiamos tener acerca de esta «secuencia ciudadanos mas negligentes :-> gobiernos mas igualitarios, efectivos y disruptivos de los flujos comunicaciones, de poder y de intereses hoy vigentes».
Lo exploraremos en sucesivas entregas a lo largo de la cursada esperando permear algunos proyectos actualmente en elaboración de estas perspectivas.