por Adrian Yalj
El lenguaje es engañoso. Todos lo intuimos, muchos filósofos han hecho carrera aprovechando este hecho y/o buscando exponerlo. Es un vehículo, es una prisión, es una herramienta, es la constitución de nuestra subjetividad, se lo ha denominado de muchas maneras, siempre reflejando este rol doble de liberar y de apresar.
Frente a un nuevo campo de conocimiento típicamente nos encontramos frente a un nuevo vocabulario que puede llegar a ser un poco apabullante así que no está de más tener en mente algunas cosas. Sobre todo si queremos evitar que los neologismos, los latiguillos y los lugares comunes reemplacen el pensar.
Empiezo por el lenguaje porque creo importante, en la tradición Wittgensteiniana, advertir contra tomar como sólidas las cosas que creamos por medio de ilusiones lingüísticas. Nombrar es dar una cierta entidad a lo nombrado. Y se corre el riesgo de perder el control de lo creado.Con esto en mente creo que debemos aprovechar este momento en el campo de las Humanidades Digitales, un momento donde el campo sigue siendo fluido y no se ha cristalizado del todo, para enfatizar el hecho de que esto que se da en denominar Humanidades Digitales conviene pensarlas no como un corpus completo sino como un cúmulo mutable de prácticas e intuiciones.
En tanto cúmulo siempre mutable es contraproducente tratar de hacer una lista exhaustiva de este conjunto de prácticas e intuiciones, pero considero importante remarcar algunas de ellas. Con un poco de suerte, teniendo estos conceptos heurísticos en mente podamos mantenernos en guardia
- Las Humanidades Digitales presumen una postura activa ante el conocimiento. Esto significa que el conocimiento no está allá afuera esperando ser encontrado sino que debe ser construido individual y colectivamente.
- Las Humanidades Digitales cargan con una conciencia de la conciencia de los códigos fuente que afectan nuestra cultura y nuestras vidas. La cultura se ha hecho software y desconocerlo es perderse una buena parte de lo que pasa. Al final, es cuestión de programar o ser programado.
- En las Humanidades Digitales no existe la práctica a secas, divorciada de la teoría. Existe teoría en el hacer, y viceversa. Richard Sennet marca el camino.
Los (breves) puntos anteriores llevan consigo la implicación de que ya no se pueden seguir trabajando las humanidades como hasta ahora. No podemos seguir pensando, haciendo y preguntando de la misma manera que hasta ahora. Por lo tanto debemos buscar nuevas formas de hacer/pensar.
Pero toda revolución puede ser traicionada. El concepto revolucionario de ayer es el latiguillo de hoy. No basta con declarar ninguna de las cosas arriba mencionada, se las debe practicar. Esto corre doblemente cuando se esta tratando de enseñar Humanidades Digitales. Difícilmente se pueda enseñar una nueva forma de ver las cosas si en nuestras prácticas cotidianas seguimos haciendo lo mismo de siempre.
Los cultos cargo del Pacífico son un movimiento religioso curioso, en el que nativos contactados por primera vez por occidentales durante la Segunda Guerra creen que las mercancías que vienen de los aviones provienen de espíritus que pueden ser aplacados e invocados construyendo pistas de aterrizaje y aviones de madera. Como “civilizados” esto nos puede hacer sonreír condescendientemente, hasta que recordamos que imitar el aspecto más superficial para obtener un resultado es un error en el que pueden caer con igual ingenuidad nativos de la polinesia, ejecutivos financieros y programadores.
El peligro, considero, es confundir el decir con el hacer. Tomar estas intuiciones y guías y reificarlas en conceptos macizos e inmóviles. Porque entonces, como los cultistas del Cargo, pensamos que porque algo es “Humano” y “Digital” y adopta sus ropajes externos, estamos practicando Humanidades Digitales. Peroquizáss solo estamos haciendo pistas de aterrizaje de madera para que los aviones vengan a traernos la mercancía sagrada
Es importante tener en mente todo ese cúmulo de prácticas e intuiciones que son las Humanidades Digitales, incorporarlas y luego dejarlas ir. Todo esto debe aprenderse para luego olvidarse, olvidarse porque ha sido incorporado. Es la mejor prevención contra la reificación y calcificación, para mantener las prácticas como prácticas vivas.
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