La gratuidad no existe: cuando no pagás algo el producto sos vos.
“El progreso tecnológico se permite solo cuando sus productos
pueden aplicarse de algún modo a disminuir la libertad humana.”
1984. George Orwell.
Para este archivo de la humanidad que representa Google, el valor de cambio no es el dinero sino tus datos. Pero, ¿realmente conocés lo que hace con ellos? Deberías, porque es ahí, en Google, donde vos y millones de personas, día tras día, exponen su verdadero yo.
Cada sesenta segundos se realizan dos millones de búsquedas en Google. A partir de este dato, ¿llegás a dimensionar cuánta información le entregás a esta plataforma? Desde que suena la alarma en tu smartphone y chequeás el estado del tránsito, mirás el clima, escuchás música, enviás mails, agregás un contacto, agendás eventos en el calendario, e incluso hasta cuando usás redes sociales antes de acostarte: cada movimiento es un registro, cada accionar es un dato. Todo es convertido en información. Todos esos datos son almacenados por Google. La pregunta es ¿cómo?
Al ser un motor de búsqueda, conserva el historial de tus búsquedas y sitios web o plataformas sociales visitados/as y dónde entrás en Internet, acompañado por enlaces. También conoce la computadora y el navegador que usás. Cada click o enter que realizás se contabiliza y le proporciona a este buscador tu edad, sexo y lenguaje. Google controla el tiempo que pasás en los resultados de búsqueda, dónde movés el mouse, qué partes de los textos resaltás y la temática de las publicidades que cliqueás.
Y no sólo por todo esto es que está presente en cada actividad diaria, sino porque además recopila lo que hacés con el resto de sus servicios. Tiene conocimiento sobre cuántas veces usaste cada aplicación y cuándo: con quién hablaste vía Hangouts, qué correos enviaste y recibiste por Gmail (incluso aquellos eliminados o catalogados como spam); los comentarios, las suscripciones y el historial de videos en Youtube y el listado de todos tus movimientos a través de Google Maps, registrando a qué hora saliste y volviste o el medio de transporte en el que fuiste. Incluso a través de una aplicación para regular el horario de sueño llamada Sleep as Android, Google podría saber cuándo te levantás y acostás. Y es a partir de estas revelaciones que descubrimos su mecanismo de vigilancia perpetua.
Como si esto fuera poco, Google también te puede escuchar a través de tu dispositivo móvil Android. Esto se logra a partir del asistente Google, que no registra sonido sólo cuando hacemos una petición a través del famoso “Ok, Google”, sino que alcanza con que el usuario no se encuentre conectado a la red, porque lo graba para luego transmitirlo y enviarlo a los distintos servidores de la empresa y así ofrecerte distintos productos que podrían llegar a interesarte porque surgieron, quizás, hablando con un amigo con tu Android de fondo.
A pesar de tener un conocimiento sobre esto, puede parecer que esta información por sí sola es insignificante, pero el peligro está en el entrecruzamiento de estos datos. Por un lado, el comercio en el que estos están involucrados incluye cada vez más historiales médicos, datos fiscales, de renta o bancarios, los cuales pueden determinar si se te concede un crédito, o si conseguis un trabajo. Por otro, esta gran plataforma crea un perfil con tus supuestos intereses, hobbies y preferencias. La palabra supuestos es clave, ya que este perfil no es 100% exacto y puede reflejar una imagen tuya que es errónea. Lo peor de esto es que ese modelo no sólo es conocido por Google, sino también por los anunciantes, que usan esto, tus interacciones en la web y lo que buscás en ella para mostrar publicidades concretas que creen que pueden interesarte. El “gran hermano» te define, encajona y vende.
Pero puede decirse que hay una solución, al menos parcial. Google también tiene una sección llamada “Mi actividad” en la que almacena todas las búsquedas que haces en Internet, pudiendo pedirle que te de un copia de toda la información que guarda sobre vos, eliminándola según búsquedas concretas, fecha, tema o en su totalidad. En esa misma sección podés eliminar los recorridos recopilados en Google Maps y desactivar el historial de ubicaciones. Otra categoría es la de anuncios, dónde tenés la opción de elegir si queres recibir publicidad con tus intereses habilitados o inhabilitados. Sin embargo, no eliminarás la llegada de anuncios, sólo la personalización de estos. También en “Mi actividad” podrás desactivar la función de escucha o reconocimiento de voz, para evitar que la empresa recopile información sonora desde cualquiera de tus dispositivos Android. A su vez podés controlar qué sitios web y aplicaciones de terceros tienen acceso a tus datos haciendo click acá. Y, finalmente, es posible configurar tu cuenta de Google para que cada mes te llegue a tu correo un informe sobre toda la información que estás almacenando en sus servicios y así podrás actuar en consecuencia.
También en “Mi actividad” podrás desactivar la función de escucha o reconocimiento de voz, para evitar que la empresa recopile información sonora desde cualquiera de tus dispositivos Android. A su vez podés controlar qué sitios web y aplicaciones de terceros tienen acceso a tus datos haciendo click acá. Y, finalmente, es posible configurar tu cuenta de Google para que cada mes te llegue a tu correo un informe sobre toda la información que estás almacenando en sus servicios y así podrás actuar en consecuencia.
Más allá de que nada nos garantiza que nuestros datos queden eliminados por completo, las recomendaciones dadas anteriormente son una forma de intentar recuperar un poco de “privacidad” ante este espionaje constante, haciéndonos ver que toda esa información que cedemos realimenta la burbuja creada por Google, que bajo el discurso de la personalización aumenta la polarización virtual y nos aleja del contacto con lo diferente. Esta plataforma es más que un buscador, pero a partir de afirmar tener todo lo que necesitamos ha logrado establecer un vínculo con el usuario de confianza miope, pseudoinocente, que le permite obtener todo lo que necesita de nosotros, y al mismo tiempo embanderarse de tener todas las respuestas.
Pero más allá de que Google juegue a ser una especie de Gran Hermano, ¿estamos realmente dispuestos a abandonar las “comodidades” que nos ofrece para proteger más nuestra privacidad? En el día a día este tipo de tecnologías están ligadas a nuestra cotidianeidad y a nosotros mismos, comenzando desde la configuración de nuestro smartphone, que cada vez más es como una extensión de nuestro cuerpo. Inevitablemente esta plataforma está diseñada para articularse en cada espacio de nuestras vidas, y que cada vez consigue penetrar aún más en ellas. Entonces, ¿podemos escapar realmente de ese ojo que todo lo ve?, o mejor dicho: ¿somos capaces de sacrificar nuestras libertades más humanas por las supuestas “soluciones” que nos ofrecen estas tecnologías?
Autores
Milagros Maffione
Catalina Solís
Emilia Rozic
Brunella De Vincenzo
Martín Vazquez
Carolina Delgado
Julieta ORtiz Hermosilla
Camila Mia Muñiz
Catherine Jazmin Chicnes Saravia
Iris Ayelen Segovia Chavez
Federico Ignacio Garcia
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