Captura-de-pantalla-2022-09-25-a-las-13.46.46Analítica cultural: más allá de los límites

Analítica cultural: más allá de los límites

Fascinación por los números. Nuestra vida está llena de números y de métricas: el pronóstico del tiempo, la cantidad de pasos que caminamos por día, la cantidad de likes de un posteo. Distintos números nos ayudan a darle sentido a lo que hacemos, pensamos y sentimos. Pero ¿qué significa contar? Esta es la pregunta abre la exposición realizada por el colectivo Domestic Data Streamers en el Museo Nacional de Estonia. Mediante distintas instalaciones interactivas, la muestra propone explorar otra forma de vincularse con los datos.

De esto trata el teórico de hoy, que se organiza en torno a cuatro preguntas: 1) qué caracteriza a las técnicas de “mapeo” con datos, de visualización, de experimentación, 2) cuánto modela a nuestro objeto el modo de abordaje que utilicemos, 3) la cuestión metodológica propia de la analítica cultural y sus alcances, y 4) el software humano: aliados, comunidades y territorios.  

“Mapear” problemas globales a partir de datos

¿Qué porcentaje de todos los desechos plásticos del mundo termina en los océanos? ¿Cuántas de las 140.000 especies de plantas y animales existentes están en peligro o amenazadas? A través de este tipo de preguntas, Hans Rosling argumenta que las maneras en que pensamos acerca de los problemas globales generalmente nos llevan a resultados erróneos. Nuestro sentido común nos engaña. Y las estadísticas de respuesta a estas preguntas muestran porcentajes muy altos de error. 

En base a ello, Hans y su hijo Ola Rosling identificaron el poder de volver visible grandes cantidades de datos. Desarrollaron Gapminder, una herramienta que, utilizando la información disponible de numerosos organismos internacionales, dispone distintos tipos de visualización para interactuar con toda esa información. En el siguiente video, Rosling muestra ese potencial de visualizar la evolución de 200 países en 200 años en 4 minutos, para comprender ciertos procesos y macrotendencias a futuro. 

Sin embargo, a contrapelo de la idea de que los datos hablan por si solos y son espontáneamente accesibles, es importante considerar que en todo proceso de visualización interviene un alto nivel de codificación y síntesis, y que si no atendemos a ello, como observa Alberto Cairo, su lectura puede ser igual de sesgada y errónea. En línea con eso analizamos las siguientes afirmaciones  

Otro experimento interesante para indagar qué significa contar es La prueba del estado de ánimo, de Domestic Data Streamers, que propuso “mapear” actitudes optimismtas o pesimistas hacia la vida durante las 24 horas del día con relación al tamaño de nuestras casas

The Mood Test — DDS from Domestic Data Streamers on Vimeo.

Un repertorio de nuevos objetos

El repertorio de objetos que podemos estudiar desde la analítica cultural se vuelve muy amplio y dinámico. Este enfoque se vuelve especialmente relevante cuando queremos explorar miles de millones de artefactos. AudioStellar, por ejemplo, es un software de código abierto que permite organizar y manipular librerías de sonido mediante un mapeo tímbrico, tonal o de nuevas estrategias compositivas. El hecho de ser una base de sonidos de licencia libre promueve la reutilización de los tracks subidos a la plataforma. En base al análisis de patrones, se puede inferir la familiaridad de nuevos tracks con otros con los que cuenta la plataforma.

Otro ejemplo que nos ayuda a comprender las características de estos nuevos objetos es el mapa de colaboraciones entre los artistas más escuchados realizado en Oid mortales (El gato y la caja, 2022). En ese mapeo se identifican islas o clusters, zonas de mayor densidad que podrían corresponder a géneros musicales. También se destacan los artistas que realizan colaboraciones con músicos de otros géneros o clusters, y pueden tender puentes entre miembros más alejados del campo y así convertirse en pasos más transitados.

En el análisis del mapa se señala que éste es una construcción que interpreta y reduce una realidad mucho más compleja “(…) tiene que ver con que el campo es dinámico. Todo el tiempo aparecen y desaparecen actores, se forjan nuevas alianzas y se desatan batallas por un capital que es, en definitiva, intangible” (Oíd mortales, 2022). 

Analítica cultural: una herramienta auto-reflexiva

El término de analítica cultural refiere a un campo de trabajo que utiliza métodos de las ciencias de la computación y la visualización de datos para el estudio de distintos tipos de medios e interacciones contemporáneos. Este abordaje incluye la pregunta por los modos en que el uso de tales métodos y datos desafía nuestras ideas o prejuicios sobre la cultura actual y los métodos que utilizamos para analizarla.   

Para indagar este cuestionamiento retomamos Tierra Visual (Visual Earth), un proyecto elaborado por el Cultural Analytics Lab que muestra en un mapa el intercambio de 100 millones de imágenes de Twitter compartidas entre 2011 y 2014, elegidas aleatoriamente de un dataset de 270 millones de tweets. Luego se elabora otro mapa que no toma sólo un grupo de capitales globales sino una selección de 100 ciudades de distintos tamaños, seleccionadas para representar la diversidad de la vida urbana hoy.   

De este modo, este segundo mapa abre la indagación a la “larga cola” de comportamientos poco frecuentes o raros, mostrando en ello el mayor alcance de la analítica cultural. A la vez que plantea otra cuestión: la pregunta sobre cuántas ciudades sería necesario considerar. ¿Qué nivel de reducción es apropiado? ¿O deberíamos desarrollar el paradigma opuesto: rechazar la agregación y la reducción, y centrarnos en la diversidad, la variabilidad y las diferencias?, plantea Manovich (2020).    

“Aquí abajo”, salvo que no hay un arriba 

Con la intención de profundizar en la dirección de esta última pregunta, se proponen dos casos en los que el mapeo se realiza con las comunidades y territorios, lo cual puede darnos algunas pistas para orientarnos. El primer caso es el de Iconoclasistas, quienes proponen la metodología del mapeo territorial como “máquina senti-pensante”, en la que las categorías para el mapeo se elaboran en el trabajo con las comunidades participantes. Además de mapas, en algunas experiencias elaboran también genealogías y cronologías. Uno de estos talleres se realizó en El Salvador, en 2021, y en él participaron organizaciones sociales, ambientales, de género, educativas y culturales del territorio salvadoreño. 

Otra referencia interesante es la de Goteo, una plataforma de matchfunding (anteriormente crowdfunding), que busca combinar fuentes de financiamiento público con otros recursos para sostener proyectos ciudadanos a largo plazo. De este caso resulta especialmente interesante los tres tipos de huellas con las que valoran los proyectos: la ecológica, la social y la democrática. Cada una de ellas se relaciona con determinados ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas). Estos mismos pueden utilizarse como filtros para la indagación de iniciativas relacionadas.  

En estos dos casos, el mapeo como estrategia etnográfica se asemeja al experimento con datos que vivenciábamos al principio. Latour en ¿Dónde estoy? nos aporta otra pista a considerar: “El mapa y quienes son “mapeados” son una misma cosa”.

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